Por encima de todas sus cualidades, la nueva berlina checa presume de ser extremadamente eficiente en consumos, ya que la versión 1.6 TDI Greenline requiere, según el ciclo de pruebas NEDC, sólo 3,2 litros de diesel cada 100 kilómetros. Un valor tan potente que puede vender un coche por sí solo. Con 15 grados fuera y un clima seco, la región de Ingelheim, a unos 50 km de Frankfurt y famosa por sus vinos y sus suaves ondulaciones en el terreno, no parece el mejor sitio para realizar un test de consumo. Aún así, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance. La radio y el aire acondicionado quedan apagados, por supuesto, y el trabajo sobre el pedal del acelerador se limitó al máximo, igual que el freno. Cuanto menos se interrumpa la marcha del vehículo, mejor resultado obtendremos.
Nada más arrancar el motor pusimos el ordenador de a bordo a cero, el cual mostró tras los primeros kilómetros un consumo de combustible bastante alto. Esto se debió, principalmente, a la imposibilidad de mantener un ritmo constante por los caminos rurales.
La mejor alternativa al Superb
Tras los primeros kilómetros nos damos cuenta de lo tranquilo, sólido y ligero que es el Octavia en su comportamiento. En estos primeros compases de la prueba nos hemos acordado de las cualidades del Superb, un modelo algo anticuado ya en comparación con el Octavia y sobre todo más pesado. En cualquier caso, la austeridad típica de Skoda sigue estando presente en aquel y en éste. El del Octavia es también un interior sólido, bien estructurado pero sin ningún toque vanguardista.
Otro punto a favor es el motor de esta unidad, un auténtico ahorrador que también destaca por ser muy poco ruidoso. Su comportamiento resulta particularmente refinado cuando se combina con la transmisión manual de seis velocidades. El ordenador de a bordo reflejó en un primer momento un consumo de combustible de 4,9 litros.
Bastante apretado
Este motor cuenta con 110 cv y 250 Nm de par que pueden mover las 1,3 toneladas del GreenLine en 10,4 segundos (de 0 a 100) y conseguir un máximo de 206 kilómetros/hora. En este sentido, se puede conseguir una velocidad de crucero alta con facilidad, pero en nuestra prueba nos hemos centrado en el consumo como valor diferenciador, así que esa ha sido nuestra máxima preocupación. Nuestro delicado manejo del acelerador hizo que algún que otro conductor se enfadara con nosotros, pero consiguió que el consumo de combustible continuara con su tendencia a la baja.
Los últimos kilómetros los hicimos por la autopista A60 de nuevo a Ingelheim. Poco a poco, el consumo va disminuyendo, y sólo ahora - cuando llegamos a un tramo de ligera pendiente y siempre en sexta a 90-100 km/h – conseguimos romper la marca de cuatro litros. La cuenta se regresiva se detuvo finalmente en 3,9 litros. Parte de la culpa de este bajo consumo lo tiene el sistema de parada y arranque automático del motor, que lo detiene en cada llegada a los semáforos y suaviza así el alto consumo de la circulación urbana.
Aunque el GreenLine está pensado para los reyes del ahorro y los más tacaños, hay que pensar que el comprador deberá gastarse al menos € 21.790, lo cual no parece tampoco una ganga. Son 3.000 euros más que el modelo más barato de la gama, el 1.2 TFSI de 105 cv, y 2.000 euros más que la versión menos costosa con el mismo motor, el 1.6 TDI de 105 CV. Este cuenta con un consumo homologado de medio litro más, es decir 3,8, y en cuanto al coste de mantenimiento no habría grandes diferencias entre uno y otro.
Amplio equipamiento de serie
El precio más alto de la versión GreenLine se debe, entre otras cosas, al ajuste de ahorro de combustible. Además de la transmisión de 6 velocidades (el 1.6 TDI de otras versiones tiene sólo cinco) este modelo añade recomendación de cambio de marchas, un sistema start-stop, neumáticos de baja resistencia a la rodadura, recuperación de energía de frenado y una puesta a punto aerodinámica que incluye un chasis rebajado en 15 milímetros.
Además, la versión básica del GreenLine incluye algunos equipamientos más que decente, como finas mezclas de diesel, como llantas de aluminio de 16 pulgadas, aire acondicionado, 7 airbags , elevalunas eléctricos, control de crucero, aviso de estacionamiento trasero, una pantalla multifunción con pantalla a color, radio CD, etc.
Conclusión
3,8 litros de consumo en una carretera rural y ligeramente montañosa no está mal del todo. Los valores en torno a cuatro litros son más que factibles con este coche, e incluso serán habituales. Sin embargo, la promesa de 3.2 litros es algo irreal o al menos nosotros no hemos sabido aprovecharla. Entre esta opción GreenLine y la versión normal hay medio litro de diferencia pero también un cambio manual mejor, un chasis rebajado, neumáticos de baja resistencia que mejoran también el aspecto acústico y sobre todo una conciencia ecológica mayor. Merece la pena.