Con él logra un consumo medio de 4,3 l/100 km así como unas mejores prestaciones. Nosotros nos hemos desplazado hasta Praga para probarlo y estas son nuestras primeras impresiones. La moda del downsizing, mediante la que la mayoría de los fabricantes ha optado por emplear motores con una cilindrada más reducida para ajustar las emisiones, ha calado hondo el Grupo Volkswagen. Hace algunos meses ya os hablamos de cómo la marca matriz del grupo había decidido ampliar la gama Bluemotion del Golf con la primera mecánica de gasolina de su historia. Tal honor recayó sobre el pequeño propulsor de tres cilindros y 1.0 litros con una potencia de 115 CV. Un bloque que el conglomerado alemán ya emplea en otros modelos de corte más ‘humilde’ como el Audi A1, el Seat Ibiza o el Volkswagen Up! pero con un nivel de potencia menor.
Ahora bien, la llegada del Seat Ateca, el primer todocamino de la marca española, el cual lo emplea en su versión de acceso, parece haber servido de plataforma de lanzamiento para que el Grupo democratice dicho motor. Así, Skoda se convierte en la siguiente marca que lo empleará, siendo el Octavia el designado para ostentar tal honor.
Una elección que no es fruto de la casualidad, puesto que la berlina media es el modelo de más éxito dentro de la gama checa al registrar un 41% de las ventas totales de la marca. Y no sólo eso, sino que gracias a la llegada de dicho bloque, el Octavia se convertirá en el primer vehículo de su segmento en incorporar un propulsor de estas características.
Más con menos
Como decimos, se trata de un bloque de gasolina de tres cilindros con turbocompresor, con 1.0 litro de cilindrada que genera una potencia de 115 CV y un 200 Nm de par. Es decir, que entrega 10 CV y 20 Nm más que el motor al que sustituye, el 1.2 TSI de 105 CV. Todo este potencial se podrá gestionar o bien a través de un cambio manual de seis relaciones o, como novedad, a través de uno automático de doble embrague DSG, con siete relaciones.
Y no sufras por las prestaciones, ya que el Octavia 1.0 TSI mejorará los datos de su antecesor al necesitar 9,7 segundos para llegar a los 100 km/h desde parado, alcanzando una velocidad máxima de 200 km/h, o lo que es lo mismo, gana medio segundo y 1 km/h a su predecesor. Y todo ello registrando un gasto de carburante de únicamente 4,3 l/100 km,
0,6 litros menos, lo que implica unas emisiones de CO2 de solo 99 gr/km, 15 menos que el 1.2 TSI.
Sonido Racing
Pero más allá de las cifras y datos que homologue, lo que realmente sorprende es su comportamiento una vez estamos situados al volante. Para ello, nos desplazamos hasta Praga para poder probarlo en profundidad. Cuesta reconocerlo, pero los prejuicios iniciales desaparecen a los primeros metros de rodaje.
Segundos antes de ponernos en movimiento, nos hemos quedado parados al ralentí para percibir si realmente suena y vibra como, creíamos, debería hacerlo un tricilíndrico. Tras casi un minuto con el motor encendido lo único que podemos decir es ¡increíble! No solo no hemos oído ningún ruido, ni siquiera con las ventanillas bajadas, sino que además no se percibe ningún tipo de vibración… simplemente sensacional.
Pero las sorpresas no se detienen ahí. En marcha todas esas buenas percepciones se multiplican. La aceleración es muy buena, empujando desde las 1.500 rpm al tiempo que el sonido… ¡ay el sonido! En las fases de máxima aceleración la resonancia que se filtra al interior del habitáculo desprende ciertos tintes Racing que nos evocan, salvando las distancias, al 2.0 TSI de 230 CV del Octavia RS 230. Proseguimos nuestra ruta con total calma mientras el cambio automático de siete velocidades gestiona a la perfección los saltos de marcha. Sí, la unidad de pruebas que nos ha tocado no solo acoplaba el DSG sino que además correspondía con la carrocería Combi (la familiar) ya que Skoda ha querido que todas las versiones del modelo se puedan beneficiar de este 1.0 TSI de 115 CV.
Tras acometer un par de adelantamientos, donde el motor ha respondido con total solvencia, entramos en la autovía. Aquí lo que manda es el ‘llanear’. En estas condiciones y seleccionando el modo Eco en el selector de modos, la caja de cambios pasa al modo ‘a vela’, poniendo el punto muerto para mejorar los datos de consumo. Unos datos que, en condiciones reales, han registrado un gasto de 5,4 l/100 km, un valor excelente pero que, como siempre, se distancia ligeramente del homologado.
Como ya te hemos comentado, este motor estará disponible con las dos carrocerías del modelo, al tiempo que podrá asociarse con tres de los cuatro niveles de acabado que componen la gama y que corresponden al Active, al Ambition y al Like, por un precio de partida de 20.240 euros, que aumenta hasta los 21.490 en los dos siguientes. Por último, el cambio DSG supone un incremento de precio de 1.780 euros.
Nuevos elementos
Paralelamente a la llegada de este bloque, Skoda ha actualizado ligeramente la gama Octavia con la llegada de dos elementos muy recomendables. El primero no es otro que la posibilidad de equipar, en opción, el chasis dinámico (DCC) a las versiones superiores a 150 CV. El DCC permite adaptar la dirección y la suspensión al asfalto dependiendo de qué modo se haya seleccionado: Normal, Sport o Comfort.
Del mismo modo, se ha ampliado el equipamiento disponible gracias a la inclusión del Skoda Phonebox, o lo que es lo mismo, el sistema de carga inalámbrica para teléfonos inteligentes que incluyan dicha característica.