Un Rolls-Royce Wraith podría dibujarlo cualquiera aunque tenga menos talento que Tiger Woods con una raqueta de tenis. Esto es debido principalmente a que el nuevo coupé de lujo - basado en el Ghost - es un coche sencillo a pesar de todo. Grandes superficies dominan la vista lateral de una carrocería en la que no encontraremos ondulaciones, líneas divisorias ni nada que pueda distraer la atención de lo que realmente importa.
Pero la apariencia del Wraith es inconfundiblemente heredada: los faros rectangulares con una línea de LEDs y la enorme parrilla rectangular recuerdan inequívocamente a las líneas del Ghost. Por supuesto, en el característico diseño de Rolls-Royce no falta la línea divisoria del capó, ligeramente elevada.
Mucho prestigio
Las proporciones del Wraith son sencillamente espectaculares. Cuando circulamos por detrás de él, la sensación que transmite es que su zaga soporta la mayor parte de la carga, aunque con una soltura fastuosa. Es para quitarse el sombrero, ya que en muchos coches de lujo tienes la sensación de que se ha invertido demasiado tiempo y esfuerzo en hacer que parezca un coche sofisticado. Lo cierto es que cuanto más sencillo a veces también puede parecer más lujoso.
Entrando en detalles, los 470 litros de espacio en el maletero podrían parecer una deficiencia en el Rolls- Royce, más que nada porque tiene cuarenta centímetros más de longitud que un Clase E y ofrece 70 litros menos. El Wraith mide nada menos que 5,27 metros de largo (es 13 centímetros más corto que el Ghost), por lo que el espacio ofrecido en la primera y en la segunda fila dejan espacio más que suficiente para alojar los bolsos de Louis Vuitton.
Un cielo estrellado
El sistema de apertura de ambas puertas es ciertamente sorprendente, ya no por lo raro de que se abran en sentido inverso, sino por lo cómodo que resulta un acceso a la parte trasera de esta forma. Si usted pretende disfrutar solamente del champán, puede dejar el Wraith en manos de su chófer y disfrutar del cielo de la noche con las luces de techo opcionales. Este curioso equipamiento está compuesto de más de 1.300 brillantes diferentes hechos de filamentos de fibra de vidrio, incrustados en los techos forrados en cuero y creando un ambiente único que incluso puede ser atenuado a nuestro gusto. En cuestión de individualización, la filial británica de BMW también ofrece numerosas soluciones relativas a la seguridad, así que no todo son estrellas fugaces.
Pero vamos a lo que realmente importa: 12 cilindros, 632 CV y 800 Nm de par motor. Un ronco gruñido cae en silencio después de arrancar el motor y deja un ralentí uniforme que espera a la llegada del conductor y a que los espejos retrovisores de gran tamaño estén ajustados correctamente.
¿Quién dijo sobrepeso?
Muy lentamente, los 2.360 kg de este coupé van dando paso al movimiento, deslizándose suavemente sobre el asfalto urbano. Adoquines, badenes, tapas de alcantarillado, vías de tranvía… todo esto no parece molestar a los británicos sino todo lo contrario. Más bien invitan a disfrutar y a sentir la precisión de la suspensión neumática con regulación de la amortiguación dinámica, así que rara vez los pasajeros reprocharán algo a su chófer. A pesar de la longitud, el Wraith no es un coche torpe y se puede maniobrar bien con él por las calles. Incluso, su dirección es tan suave que a veces puede manejarse con un solo dedo.
Pero ahora viene la otra cara. La realidad. Bajo el acelerador se esconde algo aterrador, una máquina de precisión capaz de acelerar en apenas 4,6 segundos hasta los cien kilómetros por hora. Dado el peso de la criatura, el poder del doce cilindros parece incuestionable. La facilidad con la que el propulsor convierte la masa en movimiento hace que nuestras teorías sobre física queden ridiculizadas en un abrir y cerrar de ojos.
Transmisión automática por satélite
Todas las virtudes dinámicas de este coloso tienen una repercusión sobre la cifra de consumo, situada siempre por encima de los 14 litros. Esto no importa demasiado en la ambición desmedida que debe tener cualquier propietario del Wraith, así que no sería del todo justo anotarlo en la lista de defectos.
Un capítulo aparte merece la transmisión automática de ocho velocidades desarrollada por ZF. Esta caja, a la hora de pre-seleccionar una u otra marcha, tiene en cuenta la localización ofrecida por el satélite, siendo capaz de adelantarse al paso por una curva pronunciada o adelantándose a la llegada de una gran recta para salir con un régimen de revoluciones adecuado. No hay lugar para el error, por tanto, si lo que queremos es exprimir todas las emociones que un coche como éste puede devolvernos.
BMW pasa desapercibida
Técnicamente, el Wraith sigue recibiendo algunos elementos técnicos de sus hermanos de BMW, entre otras cosas el sistema de entretenimiento. Aunque ya no hay confusión posible con la matriz de Munich, el coche seguirá estando controlado por el sistema BMW iDrive, increíblemente cómodo y ya diferenciado visualmente por Rolls- Royce. El mando giratorio y de presión integra en este caso un touchpad, a través del cual las letras se pueden escribir con un dedo, por ejemplo, para introducir un destino de navegación.
Desde 245.000 euros
Rolls- Royce ya cuenta en sus filas con una alternativa coupé al Ghost a un precio de 245.000 euros. A cambio, los británicos lo han equipado con llantas de 20 pulgadas y algún equipamiento de primer nivel como el Head-Up display, el acceso al maletero sin llave o el sistema de reconocimiento de voz. Sin embargo, no es el apartado de equipamiento donde más sorprende, sino el de conducción y sobre todo en el de diseño. Un derroche de elegancia y efectividad en el que se puede disfrutar de igual manera con o sin chófer. En la fila delantera o trasera. Dentro o fuera del vehículo.
