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Primer contacto: Renault Megane Facelift – Medidas contra el precio del combustible

En términos estéticos, el cambio de la segunda a la tercera generación del Mégane fue radical. Para muchos, la sustitución de su pesada y poco atractiva trasera fue el camino correcto, puesto que la reedición era estéticamente más atractiva y tuvo una mejor acogida.

Quizá por este motivo, la actualización del Renault compacto tras tres años de andadura se ha realizado con cautela. Los más importantes son los cambios que se han producido debajo del capó, ya que los nuevos motores presentan un menor consumo y unas buenas prestaciones. Y la versión radicalmente deportiva R.S. entusiasma con una pequeña inyección de diversión. La propia casa habla de un pequeño toque de modernidad, ya que la estética exterior de la serie compacta se ha mantenido intacta. Pequeños retoques, pintura en negro brillante e inserciones cromadas en la parte delantera ayudan a ofrecer una imagen ligeramente mejorada. Lo más llamativo son las luces de conducción diurna tipo LED integradas en las unidades ópticas incluidas en el equipamiento de serie, aunque solo a partir de la línea superior. En lo que respecta al lateral, las bandas de protección plásticas pintadas en el mismo color que la carrocería, así como los ocho nuevos diseños de llantas contribuyen a lograr una presencia más actual, mientras que su zaga redondeada y atractiva ha permanecido intacta.

Las medidas se han aplicado a las tres variantes de carrocería cerrada, es decir, al cinco puertas, al familiar Grandtour y al coupé de tres puertas. Si bien las dos primeras versiones del Mégane transmiten una imagen actual, elegante, aunque también algo predecible, el coupé destaca algo más por su imponente aspecto musculado. Esto se aprecia más claramente en la versión R.S. para la que Renault ha reservado importantes medidas de individualización. El nuevo R.S. pintado en negro y con nuevas bandas decorativas en color rojo ofrece una imagen espectacular. Además, en términos mecánicos este bólido cumple todo lo que su aspecto exterior promete, aunque de eso hablaremos más adelante.

Familiar con motor diésel eficiente

En primer lugar analizamos el Grandtour con nuevo motor diésel dCi 130 y cuyo interior solo ha sufrido ligeras modificaciones y mejoras. El puesto de conducción nos sigue gustando por su elegancia moderna, su buena funcionalidad y sus materiales de alta calidad. Sin embargo, no todos los botones están bien situados y al inspeccionarlo con más detalle encontramos alguna que otra deficiencia en los acabados. Lo que sí nos gustaron, y mucho, fueron los asientos de la línea de equipamiento opcional «GT Line», puesto que ofrecen una excelente sujeción lateral. Por lo demás, el modelo familiar ofrece un maletero de entre 524 y 1.596 litros de capacidad que gracias al respaldo abatible del banco trasero permite transportar bultos de gran longitud (hasta 2,55 metros).

Hasta ahora, el dCi 130 era un cuatro cilindros de 1,9 litros potente, agradable y cultivado que ahora ha sido sustituido por un turbodiésel de 1,6 litros. Lo realmente notable es su importante reducción de consumo, ya que en lugar de los habituales 5,1 litros ahora presenta un consumo homologado de tan solo 4,0 litros a los 100 kilómetros. Además del sistema automático Start&Stop y de la reducción de cilindrada se ha tomado otra serie de medidas que también han contribuido a reducir esta cifra. Así, el sistema de admisión –con una aerodinámica interior optimizada– y un control variable de las turbulencias parecen lograr un mejor llenado de la cámara de combustión, mientras que el turbocompresor de menor peso y con palas de nuevo diseño registra tiempos de respuesta más rápidos a menos revoluciones.

Gracias a una menor compresión (15,4:1) la casa afirma poder aprovechar mejor el combustible impulsado a través de los nuevos inyectores de 7 orificios a 1.600 bares de presión. Lo que también resulta ventajoso para la eficiencia es la relación de transmisión especial, la recuperación de la energía de frenado, una conducción de los gases de escape a baja presión, una bomba de aceite variable, así como una refrigeración variable del motor.

Algo más lento, pero claramente más eficiente

Y lo que ya impresiona sobre el papel resulta sumamente divertido en la práctica. Pese a la reducción del consumo y su menor cilindrada, el diésel 1.6 de Renault hace pocas concesiones ya que ofrece un potente par motor de 320 Nm, es decir 30 Nm más que su predecesor. Esta explosión de par se desarrolla tras superar un pequeño retardo del turbo a 2.000 revoluciones.

Sin embargo, el que hasta ahora era un 1.9 registraba unas prestaciones ligeramente mejoradas: en lugar de 9,8 segundos, el Grandtour de 1,4 toneladas de peso con el nuevo dCi 130 necesita exactamente 3 décimas de segundo más y concluye su aceleración a los 200 km/h, en lugar de los anteriores 205 km/h. Lo que tampoco les hará mucha gracia a los posibles compradores es el aumento de casi cuatro dígitos en el precio –y que alcanza ahora los 24.590 euros–, aunque en este caso estamos hablando de la línea de equipamiento «Dynamique» que es bastante amplia. Lo que tampoco nos ha gustado es que el motor se pueda asociar a un cambio manual de seis velocidades pero no al cambio de doble embrague EDC que resulta mucho más cómodo. Esta caja solo está disponible en combinación con el dCi 110 que, dicho sea de paso, en su versión más eficiente firma un consumo de tan solo 3,5 litros a los 100 km. Todo un referente en el segmento.

Un gasolina pequeño y eficiente

La segunda novedad más importante en el apartado de las motorizaciones es el Energy TCe 115 Start&Stop que alberga un gasolina sobrealimentado con una cilindrada de apenas 1,2 litros. Esta mecánica también aúna una propulsión dinámica con un consumo homologado relativamente bajo. La berlina de cinco puertas y aproximadamente 1.280 kilos de peso cuenta con 115 CV de potencia y 151 Nm para lograr un tiempo de aceleración de 0 a 100 km/h en 10,9 segundos y una velocidad máxima de 190 km/h. De esta forma el nuevo TCe es solo un poco más lento que el 1.6 16 V de 110 CV aún disponible. Pero mucho más sorprendente es, sin embargo, la reducción del consumo. Mientras que el 1.6 sigue firmando un consumo de 6,9 litros, el TCe se conforma con 5,3 litros que en la práctica pueden llegar a ascender hasta los 6,9 litros según el ordenador de a bordo.

El TCe 115 es una mecánica refinada y, salvo por un pequeño efecto turbo, con bastante chispa que en la versión cinco puertas con la línea de acabado «Expression» está disponible a partir de 15.650 euros. El nuevo Mégane también sale airoso de la comparación con el niño mimado del segmento, el Golf, que con el 1.2 TSI de 105 CV y un equipamiento comparable cuesta aproximadamente 2.000 euros más que el Mégane TCe 115, y con las mismas prestaciones y el mismo consumo.

Un R.S. de competición

Y aún más atractiva es la relación precio/rendimiento del Mégane R.S. que por tan solo 26.650 euros ofrece un enorme potencial de diversión al volante, así como un amplio equipamiento. Coincidiendo con el nuevo lavado de cara, el R.S. ha recibido una inyección adicional de potencia (15 CV), ha mantenido su precio e incluso ha visto reducido su consumo homologado de 8,4 a 8,2 litros a los 100 kilómetros. En modo normal el R.S. aprovecha los 250 CV con los que contaba hasta ahora, pero al pulsar un botón y cambiar al modo «Sport» o «Race» (ESP desactivado) los 15 CV adicionales entran en acción. Es entonces cuando el motor comienza a emitir un rugido tosco y el R.S. es capaz de transmitir una verdadera sensación de carreras ya al ralentí.

Por suerte, esta primera impresión encuentra su confirmación en hechos reales. Con su imponente par motor de 360 Nm disponible a partir de las 3.000 vueltas el R.S. de 1,5 toneladas de peso supera la marca de los 100 km/h en tan solo seis segundos, alcanzando una velocidad máxima de 254 km/h. Su dinámica longitudinal y el particular sonido rotundo y áspero que emite el sistema de escape logran dibujar una sonrisa en la cara de su conductor. Y los tramos virados tampoco son ningún secreto para este gran deportivo francés. Su chasis con el reglaje especial R.S. ha sido especialmente concebido para el trazado de curvas a gran velocidad y ofrece un asentamiento más duro y firme y gracias a un ancho de vía aumentado en 48 milímetros el balanceo es mínimo. Además, sus frenos Brembo con pinzas de cuatro pistones se encargan de registrar unos valores de deceleración adecuados, mientras que al acelerar a tope a la salida de una curva un diferencial de bloqueo mecánico en el eje delantero minimiza los cambios de dirección provocados por el exceso de par motor sobre el eje motriz.

Bloqueo para un rendimiento superior

Sin embargo, el bloqueo forma parte del paquete «Cup» opcional que cuesta unos 2.400 euros y que por otros 1.150 euros ofrece además unos asientos Recaro especialmente ceñidos. Una par de vueltas al circuito de Monteblanco situado en las cercanías de Sevilla bastaron para demostrarnos que este paquete es algo imprescindible para aquellos conductores que deseen desahogarse de vez en cuando en trazados cerrados al público. Al fin y al cabo, el Mégane R.S. ya demostró ser todo un pura raza con un tiempo de ocho minutos y cinco segundos en la variante norte del antiguo Nürburgring. Incluso para los conductores menos doctos el R.S. puede resultar extremadamente divertido de conducir, ya que se deja manejar muy fácilmente incluso en situaciones extremas, siempre y cuando el ESP esté conectado. En cualquier caso, éste suele intervenir bastante tarde por lo que no resta un ápice de deportividad al conjunto.

El precio de adquisición del Mégane R.S. tampoco hace que salgamos corriendo, ya que 26.650 euros por un compacto deportivo es toda una ganga. En comparación, el VW Scirocco R le supera en más de 6.000 euros y ofrece las mismas prestaciones y solo un equipamiento ligeramente superior.

Y ya que estamos con el tema precio y equipamientos diremos que gracias a las novedades incorporadas a la gama Mégane la casa Renault ha ampliado aún más su ya de por sí enorme variedad de motorizaciones y opciones de equipamiento. Por lo tanto, los que se decanten ahora por un Mégane se encontrarán ante el dilema de tener que decidir qué opciones elegir y esto tampoco parece que vaya a facilitarles el trabajo a los vendedores de los concesionarios.

Conclusión

La conclusión resulta evidente. Gracias a los dos motores Energy –dCi 130 y TCe 115– Renault cuenta ahora con dos increíbles propulsores en su cartera. Ambas mecánicas se muestran refinadas y voluntariosas y reducen aún más su consumo, toda una declaración de intenciones si tenemos en cuenta el constante aumento del precio de los combustibles.

Por lo demás son los pequeños detalles los que hacen del Mégane 2012 un automóvil más que apetecible. Un claro ejemplo es el impresionante R.S., cuyos 265 CV ofrecen aún más diversión al volante a la vez que reducen un poco más el consumo.

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