Sin embargo, si eres de los que quieres el “todo en uno”, entonces debes buscar una opción como la que ofrecen el Cayenne Turbo S o GTS, dos nuevos derivados del todoterreno más popular de Porsche y que hemos podido probar sobre la nieve y el hielo del círculo polar Ártico. No hace falta ser un entendido en automóviles para saber que las tres circunstancias arriba mencionadas no se pueden satisfacer tan fácilmente en un coche. Y menos a la vez. Con el Cayenne, ocurre que no se sabe muy bien para qué lo necesitan sus clientes, ya que es un modelo con el que la gran mayoría de sus propietarios no pasa de llevar a los niños al colegio o ir a hacer la compra al súper. Sin embargo, si este SUV ha de remangarse para cruzar un río, afrontar trialeras complicadas o ponerse de barro hasta el techo no hay problema alguno. Lo hace, cumple con lo que se espera de él y justifica el altísimo precio que se paga por él.
Más potencia que en un 911
Ahora, además, el Cayenne está disponible con dos nuevas potencias. Por un lado, el Turbo S suma 50 cv a la potencia original del Turbo y llega hasta un total de 570 cv, diez más de los que encontramos en el motor de un 911 Turbo S y veinte más que en el modelo anterior. Esto es posible gracias a que los dos turbocompresores han sido integrados directamente en los colectores de escape del motor de gasolina V8 de 4.2 litros, lo cual no sólo acorta los tiempos de respuesta, sino que mejora la eficiencia y por tanto el consumo final de carburante. A pesar del aumento de potencia y del par motor (+50 Nm para sumar 800 Nm en total) el consumo se mantiene en los 11,5 litros en ciclo mixto.
Gracias a los 100 litros de gasolina que pueden almacenarse en el depósito la autonomía total es de 870 kilómetros. No obstante, este dato es un tanto irreal, ya que cada vez que entremos en ciudad lo más normal será hacer medias de entre 15 y 16 litros siendo eficientes. Hay que tener en cuenta que estamos ante un coche de 2,4 toneladas que puede ser muy eficiente una vez lanzado, pero que a la hora de salir de los semáforos no puede esconder su tamaño para ser puesto otra vez en marcha. Ahora bien, si hablamos de rapidez entonces todo se justifica: 4,1 segundos en el cero a cien y un máximo de 284 km/h.
Un peso pesado con valores de deportivo
A nadie le extrañaría ver estos datos en la ficha técnica de un coche deportivo. Este coche tiene un tiempo en el Nordschleife de 7 minutos 59 segundos, lo cual no está al alcance de cualquier conductor pero es un indicador muy significativo de su potencial. Al menos, si lo que queremos es acelerar en recta lo único que debemos hacer es poner la palanca de cambio en la posición D y apretar el acelerador. La salida es tan sonora y rápida como la de un misil. El cambio automático no interrumpe la aceleración en ninguna de sus siete transiciones, mientras todas las ruedas proporcionan tracción y los controles electrónicos mantienen a raya la dirección de este coloso, ya sea en asfalto o bien sobre el hielo o la nieve del Ártico.
Sin embargo, toda esta maquinaria puesta en marcha tiene una pega, y es la inmensa inercia que la masa de este SUV genera en las curvas. Hay una tendencia clara a que el peso salga hacia el exterior de la curva y también es necesario contar con un sistema de frenos de grandes dimensiones. En concreto, en el eje delantero se montan discos cerámicos ventilados de 420 mm. Estos serán los principales encargados de mantener al Turbo S dentro de la trazada y velar por la supervivencia de los casi 200.000 euros que cuesta este modelo.
Mucho más barato
Más asequible es el segundo de los modelos presentados, el Cayenne GTS. Por algo menos de 115.000 euros, esta versión –que se sitúa entre el Cayenne S y el Turbo- es cualquier cosa menos débil con una potencia de 440 cv. Sus señas de identidad visual son las grandes tomas de aire y las luces delanteras, así como los anagramas GTS de las puertas o las llantas RS Spyder Design de 20 pulgadas. Las salidas de escape son dobles en negro mate y los pilotos posteriores son LED oscurecidos.
Los amantes del modelo GTS disfrutarán especialmente con una novedad: bajo el capó deja de estar el V8 de aspiración natural para ceder el sitio a un V6 3.6 Turbo, la única solución posible para conseguir rebajar el consumo casi 1 litro al mismo tiempo que se aumentaba la potencia 20 cv y el par motor (+ 85 Nm).
¿GTS o Turbo S?
La ausencia de dos cilindros y 1.2 litros en la cilindrada, junto a algo menos de equipamiento comparado con el Turbo S hace que la diferencia de peso sea más que notable. Loas 125 kilos de diferencia entre uno y otro repercuten no sólo en el consumo, sino también en la dinámica de conducción. El GTS es claramente más ligero, admite mejor los cambios rápidos de trayectoria (en un zigzag se aprecia claramente) mientras que demuestra un comportamiento más noble, ya que las fuerzas que presenta en curva son mucho más manejables por parte del conductor y su potencia más contenida genera un mayor equilibrio en el volante.
El GTS puede acelerar en 5,1 segundos y coger velocidades punta de 262 km/h. Esto quiere decir que en recta tendría poco que hacer frente a un Turbo S, pero nos queda la duda de quién iría mejor si el enfrentamiento sólo tuviese lugar en una carretera de montaña. Al fin y al cabo, el GTS sólo necesita 14 segundos más para completar una vuelta al Nordschleife, y lo mejor de todo es que el ahorro es de más de 80.000 euros con respecto al Turbo S. Se nos ocurre que, con ese dinero, podemos comprar un Cayman GTS con el que redondear nuestro garaje.