Para septiembre de 2012 está prevista la tercera generación, una variante que rompe totalmente con la estética de su predecesor y que, aparte de un lenguaje creativo independiente, bien podría hacerse un hueco en el mercado gracias a sus excelentes cifras de consumo. El frontal del Outlander ha dado siempre mucho que hablar y las analogías –en parte poco halagüeñas– se han sucedido una tras otra muy a pesar de sus antiguos diseñadores. Pero eso ha pasado a la historia. Su aspecto completamente renovado y carente de cualquier tipo de floritura llama la atención por su marcada línea horizontal, un estilo bastante original que señala el nuevo camino del lenguaje creativo de la marca. En el futuro, éste apostará sobre todo por un exterior más liso y optimizado en términos aerodinámicos.
En este sentido, el nuevo Outlander de 4,66 metros de longitud se presenta insólitamente cúbico, aunque con esquinas y bordes bastante redondeadas. Los únicos detalles que aportan una cierta nitidez y dinámica al conjunto son las aristas laterales que se pueden apreciar en la carrocería. Aunque quizá este diseño nuevo y casi futurista no llegue a enamorarnos en un primer momento, tampoco nos hace mirar para otro lado. Sólido, seguro y sencillo son algunos de los atributos utilizados por la casa para describir el nuevo diseño del Outlander. Y, al prescindir de los típicos elementos de un SUV, este tracción integral japonés nos recuerda estéticamente a un modelo familiar elevado en altura.
Un completo siete plazas
En cualquier caso, el Outlander es un modelo imponente que convence con una oferta de espacio acorde a lo que su exterior promete. Mitsubishi habla incluso de un completo siete plazas, algo que no podía reivindicar su antecesor pese a contar con una tercera fila de asientos. Independientemente de la mejora en el espacio interior, el acceso desde el maletero a la tercera fila de asientos sigue siendo difícil y, pese a que los asientos son aptos para cualquier adulto, la posición resulta bastante incómoda. Sin embargo, los niños no tendrán ningún problema en estas plazas.
De forma alternativa también se puede hundir el banco trasero o simplemente encargar el Outlander en versión cinco plazas. En este caso, su maletero ofrece una capacidad de 591 litros ampliable hasta los 1.700 litros gracias a una fila de asientos intermedia ajustable longitudinalmente, abatible con una división algo rebuscada e incluso reclinable. Por lo tanto, en su parte trasera altamente variable y espaciosa se puede cargar prácticamente cualquier cosa –con la inestimable ayuda de un portón trasero de apertura eléctrica (opcional)– y, gracias a un juego de anillas y ganchos de amarre, también se puede sujetar sin problemas. Sin embargo, aparte de un compartimento de 23 litros situado en la parte inferior, el Outlander tampoco presenta ninguna novedad de carga. Lo que sí desilusiona un poco es la libertad de movimiento a la altura de la cabeza que, sobre todo en combinación con el techo de cristal deslizante, se queda algo corta para los pasajeros de mayor envergadura.
Elegante, pero no lujoso
Por lo demás, la parte delantera muestra unos asientos relativamente bien perfilados acompañados de un salpicadero moderno, bastante organizado y ligeramente centrado en el conductor. Muy al estilo Mitsubishi el color predominante es el negro, los plásticos son en su gran mayoría bastante duros y tan solo la zona delantera del salpicadero cuenta con una superficie suave al tacto. La zona de alto brillo de la consola central o las molduras decorativas metálicas aportan una cierta claridad al conjunto. Pese a que ha mejorado ostensiblemente, el interior no llega a causar impresión de máxima calidad.
Sin embargo, en el apartado del equipamiento la cosa cambia. En la completa unidad de prueba que tuvimos a nuestra disposición llamaba la atención la pantalla multifunción a color situada en el cuadro de instrumentos, mientras que la gran pantalla táctil del sistema multimedia y de navegación y la unidad de mando del climatizador otorgaban al salpicadero un toque bastante moderno en términos técnicos. Por lo demás, el nuevo Outlander destaca por contar con una variado arsenal de soluciones prácticas y detalles de equipamiento de seguridad: programador de velocidad con regulación de distancia, sistema de advertencia/prevención de colisión, sistema de advertencia de cambio del carril, sistema de arranque y cierre sin llave, mandos en el volante, sensor de lluvia, cámara de visión trasera o sistema automático de parada y arranque, entre otras cosas.
Potente y eficiente
En el apartado de las motorizaciones Mitsubishi cuenta con un sorprendente propulsor diésel de 2,2 litros que se caracteriza, entre otras cosas, por una relación de compresión extraordinariamente baja (14,9:1), lo que a su vez permite registrar unas excelentes cifras de consumo. Esta potente mecánica de 150 CV y 380 Nm, en combinación con el cambio manual, impulsa la tonelada y media aproximada de este SUV japonés de 0 a 100 km/h en 9,7 segundos y alcanza como máximo los 200 km/h. Pese a estas buenas prestaciones el consumo se sitúa ligeramente por debajo de los 5 litros, todo un récord en el segmento de los SUV.
Y no solo se muestra moderado en el consumo, sino también en su rumorosidad, ya que el ruido de este cuatro cilindros diésel se mantiene dentro de unos límites aceptables. Junto con el bajo nivel de ruido producido por el aire, el Outlander es capaz de ofrecer un excelente y convincente confort acústico. Sin embargo, el propulsor también decepciona en otros aspectos. Entre ellos se encuentra un rango de revoluciones útil relativamente escaso, ya que el par motor máximo no está disponible hasta las 1.750 vueltas, mientras que la potencia máxima se alcanza a las 3.500 revoluciones y el limitador obliga a cambiar de marcha llegados a las 4.250 r.p.m. Estamos hablando, por tanto, de un rango bastante limitado para tratarse incluso de un motor diésel.
Tres modos de transmisión para el tracción integral
Al menos gracias a la tracción integral opcional el Outlander es capaz de convertir toda su potencia diésel en propulsión de forma limpia y sin que las ruedas lleguen a chirriar. En lo que respecta al desarrollo inteligente y variable de su fuerza, mediante un simple botón el conductor puede elegir entre tres modos diferentes de funcionamiento (4WD Eco, 4WD Auto y 4WD Lock). Pese a su nombre, el modo Eco funciona en realidad como un tracción delantera (en el que hasta el 15% de la fuerza se puede trasladar a las ruedas traseras), aunque de forma automática pasa a tracción total cuando se producen pérdidas de adherencia. En el modo Lock, gracias a un diferencial de bloqueo por lamas aumenta el porcentaje de par motor en el eje trasero, algo que puede resultar muy útil en terrenos escarpados.
El modo Eco se recomienda en realidad en todas las situaciones cotidianas en carretera, dado que ayuda a ahorrar combustible y en funcionamiento 2WD ofrece suficiente tracción para el día a día. Sin embargo, al rodar por autopista con esta opción de transmisión notamos una cierta inestabilidad en una dirección electromecánica por lo demás bien reglada, algo que desapareció por completo al cambiar al modo 4WD-Auto. Es muy posible que la unidad de preserie con la que realizamos la primera toma de contacto necesite un pequeño retoque final de la transmisión antes de entrar en producción. Por lo demás, el cambio al modo Auto tiene lugar de forma imperceptible, lo mismo que ocurre con la distribución de la fuerza, que se adapta de forma suave y en cuestión de segundos. Una pequeña incursión por un camino rural lleno de baches logró convencernos con creces de la excelente capacidad 4WD del nuevo Outlander.
Tren de rodaje confortable
Además, el tren de rodaje se mostró sorprendentemente confortable, absorbiendo de forma espléndida incluso las irregularidades más pronunciadas. Por lo tanto, los que prefieran una subestructura más bien blanda y cómoda se sentirán muy a gusto en el Outlander. Tan solo al pasar por las juntas transversales más marcadas notamos una cierta inclinación a las sacudidas. Sin embargo, una de las víctimas de esta confortable configuración del chasis en combinación con el motor diésel es el potencial de dinámica transversal del conjunto. Los que deseen un SUV activo en curva similar a un BMW X3 no se verán recompensados con el Outlander. Con una pronunciada inclinación y un ESP en continuo funcionamiento es posible apurar las curvas a una velocidad considerable, aunque realizar una trazada limpia resulta prácticamente imposible a gran velocidad.
El Outlander equipado con el gasolina 2.0 se mostró más resolutivo en esta disciplina, lo que seguramente tendrá que ver con el hecho de que pesa 175 kilos menos y, por lo tanto, resulta más manejable. En general, parece que su suave tren de rodaje se adapta mejor a la versión de gasolina.
Gasolina de 2,0 litros con cambio CVT
En términos de dinámica longitudinal, la combinación de motor de gasolina, cambio continuo CVT y tracción integral no es ninguna revelación. (En este caso, el tiempo de aceleración es de 12,6 segundos y la velocidad máxima alcanza tan solo 185 km/h.) Especialmente porque el cambio CVT presenta un efecto de goma elástica que resulta bastante molesto, ya que cuando se solicita demasiada potencia su cuatro cilindros –normalmente silencioso– rasca de forma penetrante en la zona alta de revoluciones hasta alcanzar la velocidad deseada. Sin embargo, los conductores más tranquilos podrán disfrutar de la suavidad del cambio CVT continuo, ya que en modo automático no tiene lugar ningún proceso de cambio. Los que prefieran un modo de conducción más deportivo también pueden seleccionar manualmente las marchas predefinidas de forma alternativa a través de los interruptores basculantes situados detrás del volante.
Sin embargo, donde mejor se desenvuelve en motor de gasolina con el cambio CVT es al rodar de forma tranquila y sosegada, ya que en este caso también se pueden obtener cifras de consumo cercanas al consumo homologado de 7 litros. El modo Eco también ayuda a ahorrar combustible, ya que reduce la respuesta del motor y la función de refrigeración del sistema de aire acondicionado. Su sistema automático de parada y arranque de serie también resulta beneficiosa a la hora de lograr una mayor eficiencia. Si tenemos en cuenta el tamaño del automóvil, la tracción integral y el cambio automático, los 7 litros de consumo homologado constituyen una cifra realmente buena. Sin embargo, el Mazda CX-5 Skyactiv G se perfila como un gran rival, ya que con la misma potencia y un rendimiento claramente superior es capaz consumir aproximadamente medio litro menos.
Sin precios por el momento
Los precios del nuevo Outlander, que estará disponible durante este verano, no se conocerán hasta el mes de julio, aunque la marca ya ha asegurado que no habrá mucha diferencia con respecto al modelo actual. A partir de 2013 el Outlander contará además con una alternativa más cara de la meda, ya que este SUV llegará a los mercados en versión híbrida. En este caso, al propulsor de gasolina de 2,0 litros se le sumarán dos motores eléctricos, uno en cada eje. Además de unas cifras de consumo especialmente bajas, esta versión también se caracterizará por una mayor autonomía en funcionamiento 100% eléctrico.
Conclusión
Aunque el Outlander puede sentirse orgulloso de contar con una trayectoria de casi 10 años, creemos que el verdadero éxito está aún por llegar y quizá esta tercera generación tenga más opciones que su predecesor.
Su tren de rodaje confortable, un interior amplio y variable, multitud de detalles de equipamiento atractivos, un nivel de seguridad elevado y un propulsor diésel especialmente eficiente, así como precios atractivos son algunos de los aspectos que este tracción integral tiene a su favor. Por lo tanto, podemos decir que el nuevo Outlander cuenta con multitud de fortalezas y prácticamente ninguna debilidad.
Queda por ver qué efecto causará su diseño poco común en los posibles compradores, ya que en nuestro caso no llegó a convencernos del todo.