Esto es algo parecido a lo que le ocurre a los miembros más pequeños de la industria del automóvil, como por ejemplo el Mini John Cooper Works Cabrio. El endiablado deportivo de origen inglés pero procedente de Munich ha dado un golpe en la mesa y pretende demostrar a los grandes todo lo que es capaz de hacer. Porsche, AMG, Ferraris… la mañana promete ser de lo más entretenida con estos nombres en el menú del día. Deportivos con motores espectaculares bajo el capó y un impresionante escenario natural en el que poner a prueba las cualidades de un montón de modelos radicales, entre ellos el Mini JWC Cabrio. A priori parece raro que se haya pensado en él para esta reunión y que se le pueda incluir con el grupo de los grandes, ya que sus 3,81 metros de longitud, sus 231 cv de potencia o los 6,3 segundos que tarda en acelerar hasta los cien no son desde luego las cualidades más compatibles con la deportividad que se ofrecen en el mercado.
En lo que respecta a la velocidad máxima, aquí el JCW destaca un poco más con sus 246 km/h. Esto le coloca casi en el límite electrónico de las grandes bestias del asfalto. Su par motor se mantiene en unos discretos 320 Nm entregados desde las 1.250 rpm hasta las 4.800.
Sin embargo, el Mini JCW Cabrio (en esta generación mejor acabado por dentro y un poco más generoso en espacio para los ocupantes de las plazas delanteras) tiene su mejor carta guardada bajo la manga. Nos referimos, cómo no, al peso. Apenas con 1,3 toneladas, este pequeño descapotable ofrece una reacción más parecida a la de una moto potente que a la de un biplaza deportivo. La prueba más fehaciente se lleva a cabo al entrar y salir de cada curva. Acompañado por una dirección más que precisa y directa, y por una suspensión que se comporta como una auténtica tabla, la diversión está más que asegurada. El cambio, de seis marchas es corto y muy rápido, fiel al estilo de todos los MINI, y permite exprimir por completo sus prestaciones. “Es la sensación más parecida a un kart que puede conseguirse con un coche de producción en serie”, afirmaba con mucha razón uno de los participantes en esta concentración.
En cuanto al precio, el nuevo Mini JCW Cabrio está disponible desde 36.500, dos mil más si queremos incluir el cambio automático, con el que tarda en acelerar una décima más. Es un precio más que razonable si tenemos en cuenta el grado de diversión que proporciona. La capota de lona, que por 650 euros puede llevar un fondo negro con la bandera de Union Jack) puede abrirse y cerrarse en 18 segundos y se puede mover a velocidades de hasta 30 km/h.
No es justo subestimar a un modelo como el Mini JCW Cabrio. Estamos ante un auténtico devorador de curvas que, si bien no es el modelo más rápido en recta ni su sonido es comparable al de grandes deportivos, ofrece uno de los comportamientos más divertido del mercado. Estamos ante un modelo perfecto para aquellos conductores con síndrome de Peter Pan, aquellos capaces de renunciar a hacerse mayores, aquellos incorregibles aventureros que se preocupan más por las reacciones que por las prestaciones. Por menos de 40.000 euros tenemos un descapotable, un deportivo, un modelo para el circuito y un modelo para el día a día. ¿Se puede pedir más?