Ahora BMW muestra, producto de su tercera marca de fabricación, el «Mini E»... Más vale bien copiado que mal inventado, se puede pensar al ver por primera vez el Mini E. A un coche británico de culto se le quita el motor y se le llena el espacio trasero de muchas baterías de ión-litio (sí, como la del móvil), se le añade un motor eléctrico que sube de revoluciones hasta decir basta y se renuncia prácticamente a un maletero. Estas características del Tesla Roadster las encontramos también en el Mini, pero hasta aquí llegan los rasgos comunes.
Una idea que logra imponerse
Las diferencias estriban en que Tesla, como microempresa, necesita fabricar y vender (a un precio alto) muy pocos automóviles para hacer negocio. Para un fabricante de gran volumen de producción como BMW, el proceso hasta que un coche está listo para lanzarlo al mercado no es tan ágil. Por eso, el Mini E, de nuevo a diferencia del Tesla, no está a la venta. El prototipo ensamblado manualmente que hemos probado cuesta nada menos que casi un cuarto de millón de euros. Dado que una persona en su sano juicio (precisamente el público a quien se dirige el Mini E) nunca pagaría alegremente tanto dinero por un Mini de dos asientos sin maletero, los primeros cientos de Minis eléctricos se alquilarán a clientes interesados por 850$ al mes. Esta cantidad no es lo que se dice una ganga, ya que además es necesario contar con un garaje cerrado propio en el que se pueda instalar una toma de alta tensión. Pero a ese precio se construye el futuro.
Bienvenidos al futuro
Quien pertenezca al círculo de escogidos, conducirá un coche pionero de una nueva era, sin embrague, sin palanca de cambios, sin ruido y sin emisión de sustancias tóxicas. En dos palabras: el futuro. Pasando a aspectos más concretos, el conductor tendrá que adaptarse a algunos cambios, empezando por el arranque: no se producirá puesto que el motor necesita electricidad, que le llega al pisar el «acelerador». Este pedal hace también las veces de freno, como se ve en el primer semáforo en rojo: la desaceleración al retirar el pie del «acelerador» es bastante evidente, con un valor de 0,3g según BMW. Este valor representa el triple de recuperación (de energía) de la que tiene lugar en los vehículos híbridos. El motor eléctrico funciona en la desaceleración como generador, produciendo electricidad y almacenándola en las baterías, tanto en el Mini E como en un vehículo híbrido completo. Así y todo, en el Mini E se echa de menos una tira de sujeción para el pie en el pedal para poder recuperar con más precisión en el siguiente semáforo.
En la práctica
El par del motor es considerable, dejando atrás acústicamente a cualquier otro Mini que espere en el semáforo (de 0 a 100km/h en 8,5 segundos). Los 220 Nm impulsan al bólido eléctrico de forma tan enérgica, pese al sobrepeso de 300kg, que al conductor se le va la mano a la próxima marcha casi sin querer. Sin embargo, el motor eléctrico de 200 CV sigue girando hasta la velocidad máxima limitada electrónicamente de 150km/h. En las curvas, este potente vehículo con tracción delantera pide agarre, ya que el control de tracción (ASR) administra la potencia con mucha precisión. En la práctica, la autonomía de la batería permite alcanzar distancias de 150 a 250km, según el tipo de conducción, claro está, ya que el abuso del «acelerador» también causa estragos en el Mini E. BMW habla de un coste eléctrico de unos 2€/100km. Si lo comparamos con el ágil Mini Cooper (8 litros/100km a un precio de 1,20€ por litro de súper), conducir el Mini eléctrico sale casi cinco veces más barato. El Mini E, además, puede cargarse durante la noche conectándolo a una toma de corriente normal o en sólo dos horas por medio de una toma de alta tensión.
Conclusión
El futuro está en los coches eléctricos. Tras el convincente Tesla Roadster, primer modelo eléctrico en serie, los grandes fabricantes se han puesto por fin las pilas, si bien el Mini E no acarreará la desaparición en breve del motor de combustión, según ha declarado la empresa matriz BMW. A la vez, BMW sigue desarrollando además el motor de hidrógeno. Sin embargo, aquel que sea un poco clarividente sabe que en este momento no se trata de si algo es posible, sino de cuándo lo será. El Mini E es un mero experimento cuya prueba proporcionará valiosos datos de explotación a los fabricantes. En la versión que hemos probado nosotros tampoco habrá ningún Mini E. Hasta aquí las malas noticias. La buena es que está previsto lanzar un BMW eléctrico, si bien en los cuarteles generales siguen calentándose la cabeza sobre la forma en que lo hará. Las posibilidades para este BMW en serie abarcan un modelo de dos plazas, uno de tres ruedas, un ciclomotor de mayor tamaño, un microcoche o uno de propulsión alternativa. Para todos estos planes de futuro, el Mini E constituye, sin lugar a dudas, una importante fuente de inspiración.