La primera toma de contacto tiene lugar en Tenerife, lo que me permite disfrutar del placer de conducir a cielo abierto con una temperatura casi estival.
Y eso que sin techo no es posible disfrutar la verdadera novedad de este Mercedes, ya que el techo panorámico Magic Sky (2.400 euros) es el componente más innovador de la tercera generación del SLK. La zona del techo situada justo encima de los ocupantes dispone de un cristal que se oscurece de forma electromagnética. Al pulsar el botón se genera una tensión eléctrica que hace que el cristal cambie de tonalidad, de oscura a transparente, logrando así una visibilidad total. De forma alternativa puedo bloquear de nuevo los rayos de luz, ya que pulsando una vez más el botón el cristal se oscurece en cuestión de segundos. Al no recibir corriente, las partículas electromagnéticas de distribuyen de forma uniforme por el cristal.
Aunque tanto el Maybach 57/62 como el Ferrari 575 Superamericana disponen de techos similares, gracias al nuevo SLK este cristal mágico logra dar el salto a un modelo de fabricación en serie. Heiko Schmidt, director de producto de Mercedes, nos desvela que en un futuro próximo este tipo de techo Magic Sky podría entrar a formar parte del equipamiento de otras series de la casa.
Techo mágico
En realidad sólo me dejo impresionar de forma marginal por esta virguería tecnológica sin duda alguna fascinante. El verdadero destino del nuevo SLK es naturalmente el modo de conducción a cielo abierto, el cual está disponible de forma rápida con el coche detenido y pulsando simplemente un botón. Al igual que en las dos primeras generaciones, el techo rígido de dos piezas desaparece de forma automática en un maletero que ha crecido para pasar de los 225 litros a los 335 litros en total. Esta capacidad es más que suficiente para llevar un equipo de golf.
De esta forma, con el techo abierto y una temperatura ambiente espléndida, tuve la oportunidad de experimentar que en Tenerife no sólo luce el sol. Una carretera sinuosa me condujo hasta los 2.000 metros de altura de la cima del Teide que se presentó ante mí con un frío muy desagradable y rodeada de una niebla espesa. Con el deflector de aire montado, las ventanillas subidas, un gorro de lana bien calado y el sistema Airscarf disponible desde la segunda generación conectado uno puede llegar casi a disfrutar tranquilamente del placer de conducir al aire libre con una temperatura exterior de cinco grados.
Motor nuevo pero igual que el antiguo
La corriente de aire en el habitáculo es limitada y acompaña, junto con el aire tibio que sale de las toberas, el suave y deportivo rugido del nuevo motor de seis cilindros. A pesar de que el motor diésel desarrolla la misma potencia (306 CV) que en el SLK anterior, se trata de un nuevo propulsor que también se ha combinado con el cambio 7G-Tronic Plus.
Han transcurrido unos cuantos años desde que realizáramos la prueba de conducción con el antiguo SLK 350, pero en lo que respecta al grupo propulsor la nueva versión se desplaza igual que la anterior. El par motor actual de 370 Nm (en lugar de los 360 Nm anteriores) lo tiene fácil con un automóvil de tan sólo 1,5 toneladas de peso y la caja automática sigue realizando los cambios de forma muy suave aunque con un cierto retraso. En modo deportivo el cambio tan sólo alarga la relación de transmisión, algo que el V6 tolera sin rechistar y aumentando ligeramente el régimen de giro. Pese a este aumento del par motor el tiempo de aceleración del nuevo SLK 350 es de 5,6 segundos, en lugar de los 5,4 segundos de su predecesor.
Enorme aumento de la eficiencia
Sin embargo, lo verdaderamente sensacional del nuevo seis cilindros es su reducido consumo de 7,1 litros, cifra que Mercedes ha logrado gracias, entre otras cosas, a la integración de serie del sistema de arranque y parada. A la vista de sus prestaciones se trata de un valor sumamente bajo al que ningún otro roadster de más de 300 CV logra acercarse. El competidor más eficiente es el BMW Z4 que en su versión DKG 35i también de 306 CV de potencia alcanza una cifra de 9 litros de consumo, aunque con unas prestaciones ligeramente superiores. Con todo, creo que es bastante improbable que en la práctica el nuevo SLK 350 llegue a registrar los 7 litros de consumo. Tras mi divertido tour por la montaña, el ordenador de a bordo marcaba más de 10 litros. El SLK es simplemente demasiado divertido.
Quien desee conducir de forma más eficiente tiene por el momento la posibilidad de elegir entre el SLK 200 (186 CV y 6,4 litros de consumo) y el SLK 250 (204 CV y 6,2 litros de consumo). La variante diésel de este biplaza descapotable que verá la luz previsiblemente en 2011 promete registrar un consumo aún menor. Otra variante de este motor la veremos en la versión del SLK preparada por AMG con la que se podrán alcanzar velocidades muy elevadas con un reglaje bastante duro.
Toda una referencia en el apartado del confort
Y hablando de dureza puedo asegurar que la máxima prioridad en el nuevo roadster, al igual que en las otras dos generaciones del SLK, ha sido el confort. Cada vez me sorprende más la serenidad con la que su carrocería a prueba de torsión absorbe los baches más pronunciados de los firmes en mal estado. La deportividad por sí sola está bien y me gusta, pero para el día a día el chasis especialmente suave del SLK es sin duda alguna todo un referente para cualquier roadster.
Sin embargo, su bastidor capaz de absorber cualquier irregularidad también ofrece una respuesta positiva a las pretensiones dinámicas más elevadas. El cambio al modo Sport – pulsando tan sólo un botón – modifica la dirección y la suspensión transmitiendo una increíble sensación de agilidad. No obstante, estos amortiguadores adaptativos regulables sólo están disponibles en combinación con el paquete dinámico (1.670 euros), que además incluye una reducción de altura adicional, una dirección más directa y el sistema de frenos Torque Vectoring.
Con un menor balanceo, una dirección más neutra y una zaga previsible me dispongo a descender el Teide de forma suave y con gran agilidad. En los giros rápidos y ceñidos recibo la ayuda del Torque Vectoring System que mediante la frenada automática de la rueda que traza el interior de la curva permite al coche girar de forma aún más ajustada. La enorme potencia del SLK me permite entrar con mayor fuerza en ese giro estrecho, garantizando un alto grado de diversión y manteniendo a la vez un elevado nivel de seguridad activa.
Interior elegante
En lo que respecta a la conducción, el SLK me fascina y me gusta sobre todo su amplia horquilla entre una configuración muy confortable y un estilo más deportivo. El interior también consigue transmitir esta dualidad en un ambiente cómodo y deportivo a partes iguales. Los materiales son elegantes y la zona de mando está bien organizada. Además cuenta con navegador, climatizador, amplias zonas revestidas de piel, así como una multitud de opciones listas para mejorar el equipamiento de serie.
Sin embargo, y pese a todo este esplendor, la estética exterior no termina de convencerme del todo. Si bien tanto el nuevo como el antiguo SLK son muy similares en sus rasgos fundamentales, personalmente me gustaba más el frontal de su predecesor achaflanado y terminado en punta en un claro guiño a la F1. Ahora el largo morro con la parrilla perpendicular me resulta demasiado macizo y sus proporciones ya no me parecen tan armónicas. Sin embargo, la mayoría de mis colegas ven en la presencia musculada del nuevo SLK un mayor atractivo, por lo que parece que la tercera generación se desprende de su lado más femenino. Según un colega, ahora ya se puede plantear la idea de comprarse un SLK.
Sin embargo, para hacer realidad este sueño se necesita una cuenta bancaria saneada. La versión automática del SLK 350 cuesta aproximadamente 57.000 euros. Con algún que otro componente más de su amplia lista de accesorios superamos casi sin darnos cuenta los 60.000 euros. Si este precio nos parece demasiado alto también existe la posibilidad de decantarse por el SLK 200 disponible a partir de 42.000 euros.
Conclusión
El techo Magic Sky del nuevo SLK es una agradable virguería tecnológica gracias a la cual este roadster causa una excelente primera impresión. Florituras aparte, la tercera generación de este pequeño Mercedes de casta nos ha entusiasmado gracias a un nivel de confort sumamente alto asociado a una competencia dinámica igualmente elevada. Finalmente, Mercedes ha mejorado considerablemente la eficiencia de sus motores, logrando que el SLK 350 sea, con diferencia, el modelo más eficiente de entre los roadster de más de 300 CV. ¡Nuestros más sinceros respetos!