Esto es lo que ocurre con el Mercedes-Benz SL 63 AMG, una obra maestra del arte y de la ingeniería. Ola Källenius, responsable de la división deportiva AMG, describe a este descapotable V8 turbo como la máxima expresión del legendario SL. Tras 60 años de deportividad exclusiva, el SL más reciente ha pasado a ser la base de la nueva versión mejorada AMG, una variante que tiene mucho que decir. Sólo por poner dos ejemplos, el nuevo deportivo propone una reducción de peso de 125 kilos y una disminución del 30% en el consumo que le permite mantenerlo por debajo de los diez litros.
Downsizing o reducción de cilindrada
Éste es el resultado de una construcción ligera en combinación con una reducción de la cilindrada del motor. En el nuevo «63» girará un motor turbo de 5,5 litros en lugar del anterior motor de aspiración de 6,2 litros. A pesar de que hace tiempo que la tecnología del downsizing –es decir, menor cilindrada con la misma potencia– ha dejado de ser cosa de brujería, la mayoría de las veces la víctima suele ser siempre la respuesta del motor. Y, por naturaleza, ésta es peor en el caso de los motores turbo que en el de los motores de aspiración. Los turbocompresores han de generar presión con la ayuda de los gases de escape antes de poder redirigirlos a través del sistema de admisión para comprimir el aire y aumentar la potencia. Esto se denomina «efecto turbo» y es el principal argumento a favor de un cambio automatico que no interrumpe en ningún momento la fuerza aplicada sobre las ruedas.
Un turbo sorprendente
Nosotros hemos tenido la oportunidad de probar el principio del downsizing en la potente variante del SL 63 AMG aumentada hasta los 564 CV en lugar de 537 CV (y un par motor de 900 en lugar de 800 Nm). La primera sorpresa fue que este turbo no presenta ningún retardo, puesto que reacciona de forma inmediata, tal y como cabe esperar de los mejores motores de aspiración. La clave es la presión de admisión pulsada en lugar de presión de admisión por gases de escape. O, dicho de otro modo, Garrett ofrece en la actualidad los mejores y más eficientes turbocompresores del mercado y resulta evidente que AMG sabe trasladar a los ingenieros de Garrett la información técnica necesaria para conseguirlo.
Otro truco
Es posible que los conductores deportivos más ambiciosos puedan plantear un segundo argumento en contra del SL: independientemente de las medidas de reducción de peso, su mecánica está situada en posición centrada en el eje delantero, lo que hace que cualquier tracción trasera resulte demasiado pesado en su parte frontal, imposibilitando así cualquier diversión en curva. Y, sin embargo, Mercedes nos sorprende una segunda vez, ya que gracias a su sistema de frenos «Torque Vectoring Brake» el SL más rápido de la historia presenta una zaga sumamente ligera. El truco reside en reducir el número de revoluciones efectivo de la rueda trasera del lado interior de la curva e indicar cuándo el sobrante ha de pasar a la rueda del lado exterior. Este sistema contribuye por lo tanto a mejorar la tracción y la adherencia a la calzada y provoca el denominado «efecto rosca», es decir el vehículo parece forzado a mantenerse en la curva. Por lo tanto, en situación normal el SL 63 AMG –que resulta demasiado pesado en la zona frontal (el 52% del peso del vehículo descansa sobre el eje delantero)– tiene más bien a subvirar, pero en propulsión forzada se convierte en un ágil trazador de curvas.
Buena dirección
Para tal fin el SL 63 AMG cuenta además con una dirección convincente, rígida y directa y no demasiado nerviosa. La respuesta lineal hace posible un comportamiento direccional preciso y contribuye a aumentar la seguridad al conducir de forma deportiva. Y en el volante encontramos también la clave de la siguiente sorpresa: las levas del cambio automático de siete velocidades de AMG.
A diferencia de las demás cajas automáticas de 7 velocidades de la casa bávara, la versión de AMG ofrece un cambio de marchas a la orden con unos tiempos de cambio sumamente breves que se miden en tan sólo décimas de segundo. Sin embargo, entre la primera orden del pedal y el cambio efectivo de la marcha transcurre un instante, tan solo un pestañeo, pero en una curva rápida un mero pestañeo ya es demasiado tiempo. Mientras que la competencia es capaz de inducir un impulso de cambio en las primeras centésimas de milímetro, el SL 63 AMG lo hace al llegar al tope, es decir al final del recorrido de la leva.
El último empujón
Los cambios de marcha, que por su carácter directo recuerdan a los de un cambio de doble embrague, bien podrían resultar algo más bruscos –sobre todo en modo deportivo–, puesto que Porsche ya lo hace así e incluso AMG también, pero en el SLS. Sin embargo, parece que al SL 63 le falta ese último empujón. No obstante, a la hora de cambiar esta caja domina el modo confort como ningún otro.
Lo que no pudimos probar fue la velocidad máxima limitada a 300 km/h, una velocidad que además es posible alcanzar con ambas variantes. El motivo es la distancia de cortesía que ha de mantener con respecto al SLS.
Un chasis exquisito
Y la cuarta sorpresa que nos tenía reservada el SL 63 AMG es su tren de rodaje. Sobre la base del «Active Body Control» de los modelos de la marca bávara los ingenieros de AMG han diseñado el tren de rodaje «AMG Ride Control» que ayuda a conseguir fuerzas G extraordinariamente dinámicas, rebaja la carrocería cinco milímetros y contrarresta de forma efectiva cualquier balanceo del conjunto. Por suerte nuestros temores no se hicieron realidad y la sensación de conducción no es para nada sintética. Además, gracias no solo a los nuevos amortiguadores y a unos soportes más rígidos para los brazos transversales este tren de rodaje de regulación electrónica transmite un contacto más directo con la calzada y aúna confort y deportividad de forma sumamente convincente.
Los ingenieros de AMG tampoco han logrado eludir el hecho de que sin peso resulta imposible obtener un confort total. Con una considerable reducción de peso de 125 kg, el SL 63 AMG sigue teniendo que desplazar 1.845 kg. Sin embargo, esto no afecta ni a la agilidad ni al consumo del conjunto, y las prestaciones y el consumo homologado le dejan a uno casi sin aliento.
Conclusión
Ola Källenius, jefe de AMG, considera al SL 63 AMG la esencia de los deportivos de alta gama y hace hincapié en los avances logrados en términos de construcción ligera, dinámica de movimiento y eficiencia. Su homólogo, Tobias Moers, amplía esta descripción: «Se trata del deportivo más potente y eficiente de su segmento».
Y, a decir verdad, el SL 63 AMG nos tenía reservadas nada más y nada menos que cuatro sorpresas. Para su peso resulta sorprendentemente ágil; pese a contar con un motor frontal su eje delantero es sumamente ligero en curva; según las prestaciones oficializadas resulta sorprendentemente eficiente y el turbo reacciona de forma igual de espontánea que un motor de aspiración. Además, su rendimiento es increíble.
El precio de esta joya en España comienza en 181.500 euros (160.000 en Alemania) y, como no puede ser de otra forma, la lista de opciones del SL 63 AMG es de todo menos corta y barata.