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Primer contacto: Mercedes-Benz E 63 AMG – De gran calibre

Llega la filosofía AMG a la Clase E: con el nuevo motor de gasolina biturbo de 5,5 litros este poderoso automóvil resulta mucho más eficiente en términos de consumo y, pese a ello, gracias a sus prestaciones es capaz de superar a su formidable predecesor.

Un informe sobre sensaciones encontradas.
Con tan sólo al acceder al él ya nos damos cuenta de la gran calidad que nos espera, la forma en la que cierran las pesadas puertas del E 63 AMG nos recuerda casi a una caja fuerte. La agradable atmósfera de alta tecnología con la que recibe a sus ocupantes –rezumando por todos sus poros la distinguida y ya conocida precisión Mercedes–, junto con una pizca de nobleza adicional aportada por AMG, hacen posible una experiencia de conducción de máximo nivel. Su habitáculo nos seduce además con un agradable olor a piel, y las innumerables notas aromáticas que tienen cabida en su interior se perfilan como la antesala de un trabajo de verdadera calidad.

Y luego están las innumerables opciones de configuración. Con tan sólo pulsar un botón se activan diversos motores que permiten ajustar el asiento hasta encontrar la posición perfecta y, una vez hecho esto, también podremos configurar eléctricamente la posición óptima del volante deportivo achatado en su parte superior e inferior. A continuación, otro botón pondrá en marcha el corazón de este increíble automóvil.  Una acústica intensa y sonora acompaña a este propulsor biturbo de 525 CV de potencia y 700 Nm de par motor, que gracias al «Performance Package» (aproximadamente 8.300 euros) llegará incluso a movilizar 557 CV y generar 800 Nm. Suficiente para impulsar a un camión o para lanzar al nuevo Clase E de 1,8 toneladas de peso de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos.

Todo un zalamero

Desde la presentación del SLS, en AMG el nuevo cambio automático de siete marchas se maneja con la ayuda de una palanca de aspecto algo pobre. Sin embargo, esta pieza de metal está fabricada de una sola pieza, presenta unas formas elegantes y un revestimiento en piel y constituye uno de muchos puntos fuertes que nos ofrece el nuevo E 63 AMG. Una vez situada en la posición D, el buque insignia de la Clase E se pone en marcha con una suave orden del acelerador.

Pese al enorme potencial que se esconde debajo del capó, este coloso se muestra educado y sumiso en las maniobras, comportándose casi como un Clase E normal. Sólo cuando nos topamos con las juntas transversales más pronunciadas nos damos cuenta de que en este caso se ha optado por un chasis mucho más rígido. Sin embargo, en la mayoría de los casos se rueda de forma muy suave.

Duro, más duro, Ride Control

Sin embargo, todavía puede resultar mucho más duro. Nuestra unidad de prueba estaba equipada con la suspensión deportiva «AMG Ride Control» (1.785 euros) que ofrece un 25% más de amortiguación y que incluye dos posibilidades más de dureza pulsando tan sólo un botón. En el máximo nivel, el coche se muestra extremadamente duro y al frenar se detiene de forma tan dura y exacta que parece que hayamos echado un ancla por la borda.

No obstante, esta configuración hace posible un comportamiento impresionante y altamente preciso en el trazado de curvas a gran velocidad, ofrece una reacción milimétrica a las órdenes de una dirección aún más dura y elimina por completo cualquier rastro del clásico carácter suave al que nos tiene acostumbrados la casa Mercedes.   Los que conduzcan durante mucho tiempo en este modo tan duro y, posteriormente, cambien a un nivel de confort normal, se sorprenderán del nivel de suavidad y versatilidad que el E 63 AMG es capaz de ofrecer. La enorme horquilla de posibilidades que ofrece el Clase E de AMG es simplemente grandiosa. Esto nos permite disfrutar de un automóvil para el día a día con un comportamiento en conducción suave y relajado y un confort de lo más exquisito o, en el otro extremo de la horquilla, de un veloz bólido de carreras.

En un circuito de carreras mojado

El circuito de Le Castellet debía ofrecernos la posibilidad de convencernos de una vez por todas del enorme talento dinámico de este gran automóvil, pero los chubascos ocasionales convirtieron el rápido asfalto en una pista demasiado resbaladiza. En este sentido, el E 63 AMG alcanzó de forma demasiado prematura sus límites, obligándonos a mantener las manos bien aferradas al volante y el pie ligeramente sobre el acelerador. Y, aun así, la zaga mostraba una clara tendencia a descolgarse, avisándonos en más de una ocasión de los posibles trompos. Sin embargo, los sistemas de control estaban en todo momento activos y una y otra vez su intervención nos devolvía suavemente a la trazada inicial. Incluso en las rectas largas las ruedas de atrás debían luchar con todas sus fuerzas por mantener la tracción cuando acelerábamos a fondo, si bien una vez superados los 100 km/h la clara tendencia de las enormes gomas por perder adherencia se reducía a un nivel razonable.

Tras varias vueltas al circuito lo que sí resultaba evidente era la sensación de que lo que teníamos entre manos era un deportivo sumamente potente a cuyos límites no tuvimos la oportunidad de acercarnos ni por asomo debido a las malas condiciones de la calzada.  Sea como fuere, al menos AMG promete que con el nuevo E 63 es posible dar una vuelta a la Nordschleife en menos de 8 minutos. ¡Eso puede ser divertido!

Adelantar como si se tratara de una moto

Durante el trayecto posterior por carreteras nacionales el tiempo mostró su cara más amable, invitándonos a bajar las ventanillas y disfrutar un poco de la acústica deportiva. Sin embargo, esto no fue posible. Si bien el motor suena muy potente, el fuerte golpeteo y martilleo presentes en el motor de aspiración de 6,3 litros desaparecen por completo en el turbo. La demanda de potencia suena más bien como un lejano estruendo, incluso como si en la lejanía un avión Junkers JU 52 estuviera sobrevolando la zona. Acompañado de un ocasional silbido del turbo, este Clase E –en realidad absurdamente rápido– se muestra por lo tanto comedido, aunque no sólo en términos acústicos.

Resultan fascinantes las enormes reservas de potencia que en prácticamente cualquier situación transmiten una increíble superioridad. Las maniobras de adelantamiento resultan posibles incluso allí donde las motos ni siquiera se atreverían. No es necesario coger impulso, sino que con pasar al carril contrario y pisar a fondo el acelerador ya casi hemos rebasado al coche de delante.

Cambio automático con embrague de arranque húmedo

El cambio automático multiembrague MCT, con su embrague de arranque húmedo, armoniza a la perfección con el motor. Al desacelerar con vehemencia a la entrada de la curva el cambio automático reduce en cuestión de segundos varias marchas, todo ello acompañado de un nivel de sonido intermedio. Al acelerar para salir de la curva, en modo «Sport» y «Sport+» las marchas se cambian con la dureza correspondiente y en tan sólo una décima de segundo. De forma alternativa, las marchas también se pueden cambiar de forma manual con la ayuda de las levas metálicas situadas detrás del volante.

En modo normal, la caja de cambios se comporta en realidad como un cambio automático habitual, aunque como particularidad ofrece el sistema de parada y arranque que apaga el motor al detenerse ante un semáforo en rojo, ayudando así a ahorrar combustible. En el tema de la eficiencia el nuevo motor turbo tiene mucho que decir. Con un consumo de 9,8 litros, esta berlina consume casi tres litros menos que hasta ahora. En comparación, el nuevo BMW M5 consume 0,1 litros más con un nivel de potencia similar y prácticamente las mismas prestaciones.

Caro, pero no más caro

A la vista del elevado precio de adquisición, parece que un consumo más reducido no va a servir como estímulo para hacerse con un E 63 AMG. En la versión básica de la berlina tendremos que invertir, al igual que hasta ahora, aproximadamente 106.000 euros. En el caso del práctico modelo familiar (T) estaríamos hablando de 2.800 euros más. De esta forma, el precio no varía en comparación con la versión anterior con motor de aspiración.

Si bien en este caso el equipamiento de serie es bastante amplio y mima a su propietario con un nivel de lujo fuera de toda duda, la lista de extras aún incluye toda una serie de componentes muy atractivos. En este sentido, el «AMG Drivers Package», con un aumento de la velocidad máxima de 250 a 300 km/h y un cursillo de conducción, cuesta casi 4.000 euros. La más que recomendable suspensión deportiva «AMG Ride Control» cuesta aproximadamente 1.800 euros y los frenos cerámicos están disponibles por 11.000 euros. Esto quiere decir que con poco que nos esforcemos ya habremos sumado 20.000 euros en extras, aunque ni aun así disfrutaremos de un equipamiento completo.

Conclusión

Lo más importante es que el E 63 AMG cuenta con un nuevo motor que además de mejorar ligeramente las prestaciones reduce el consumo en tres litros. Aparte de esto, el sistema de parada y arranque entra a formar parte del equipamiento de serie y, además, el interior ha sido sometido a ligeros retoques para aumentar aún más su elegancia y nobleza. Pese a estas importantes innovaciones, el elevado precio de este monstruo de la potencia continúa siendo el mismo. Como todo en esta vida, el paquete de optimización también tiene una pequeña pega. Al recordar la impresionante acústica deportiva del anterior motor de aspiración, el nuevo biturbo no logró impresionarnos.

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