Después de que la división AMG lanzara el GT para plantar cara a la hegemonía de Porsche con el nuevo 911, ahora el objetivo de los alemanes es contraatacar con una nueva versión GT-R nacida en el Nordschleife e inspirada totalmente en los coches de carreras de las series GT3. La estrella de Mercedes se ha dibujado ya en el cielo de todos los circuitos. AMG ha pulverizado todos los registros en cuanto a dinamismo y, para lograrlo, apenas se ha dejado un solo tornillo sin desmontar. El motor de esta bestia, con dos turbos y un nuevo sistema de gestión del propulsor, alcanza después de esta puesta a punto 585 cv (disponibles entre 1.900-5.500 revoluciones) y saca hasta 700 Nm de par de su motor V8 de cuatro litros. Esto quiere decir, más o menos, que el GT-R tiene un 20 % más de rendimiento que la versión básica. Numerosos componentes de carbono han permitido ahorrar unos 15 kilos de peso con respecto al GT-S, mientras que la aerodinámica activa y el spoiler trasero incrementan la presión ejercida sobre el eje trasero en 155 kilos. Hay también un nuevo setup del chasis, el cual tienen control del eje trasero, un ESP que puede desactivarse por fases, y un sistema de control de grip que permite deslizamientos controlados.
Abanderado de AMG
Si damos un repaso a todos los aspectos estéticos del GT-R, lo más importante se resume en un faldón delantero con elementos activos, una aleta trasera de grandes dimensiones y un faldón trasero con difusor. Por delante, la nueva parrilla AMG Panamericana se hereda del Mercedes-AMG GT3 y se incorpora ahora por primera vez en un modelo de serie de AMG.
Estamos ante el tercer miembro de la familia de deportivos AMG GT y, como abanderado, ha sido concebido específicamente para la conducción en circuitos de carreras. Sus prestaciones hablan de una aceleración de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos y una velocidad punta de 318 km/h.
A gusto del piloto
Como es habitual en el automovilismo profesional, el conductor del AMG GT-R también puede elegir el reglaje del chasis que mejor se adapta a su conducción personal, variando de forma progresiva los ajustes mecánicos de los elementos elásticos de la suspensión. Así, podemos influir directamente en las propiedades de cabeceo y balanceo o en la tracción. La suspensión con resortes ajustables se combina con la amortiguación adaptativa de regulación progresiva AMG RIDE CONTROL. Este sistema se regula por vía electrónica y adapta automáticamente la fuerza elástica del amortiguador de cada rueda a la situación de conducción, a la velocidad y al estado de la calzada.
Además, el conductor puede adaptar la característica de la amortiguación adaptativa regulable pulsando un botón en la AMG DRIVE UNIT, o bien a través de los programas de conducción de AMG DYNAMIC SELECT. Hay disponibles tres ajustes diferentes, «Confort», «Sport» y «Sport Plus».
Larga lista de espera
El resultado de todo este arsenal mecánico es una dinámica de otro planeta. El AMG GT-R ruge como una bestia y se come el asfalto a un ritmo vertiginoso. Se conduce de manera segura, con trazos limpios y al mismo tiempo nerviosos, pero tan rápido que hace falta casi aclararse la vista parpadeando en cada milésima de segundo. Coches como un Porsche 911 GT3 o un Audi R8 pueden hacer lo mismo, pero la diferencia con repecto a éste es que son mucho más sobrios, más fríos, más distantes de las emociones del conductor. El GT-R es mucho más pasional, te pone literalmente el corazón a doscientos y te obliga a no apartar la mirada del borde del capó. Curva tras curva se va convirtiendo en un coche más rápido, que va más allá del límite esperado y que, incluso sin ESP, respeta de una forma limpia y clara cada parte del trazado.
Y es que el jefe de AMG, Tonias Moers, dice la verdad cuando asegura que la electrónica vigila en todo momento el comportamiento del conductor. El algoritmo que calcula cada intervención del sistema de control de estabilidad ha sido configurado partiendo de la experiencia del SLS eléctrico y sus cuatro motores, lo cual es sin duda una garantía de éxito. A los mandos del GT-R, por tanto, todo el mundo puede convertirse en héroe con seguridad y sin demasiados riesgos.
La contrapartida a tanta excelencia, como suele ser habitual, suele ser el precio, cosa que no parece haber defraudado las expectativas de la marca. El AMG GT-R cuesta 165.000 euros en el mercado alemán y, sin embargo, ya tienen todo vendido para el año que viene.
Un Mercedes que sigue siendo un Mercedes
Pero el GT-R tiene otra lectura, y no es precisamente la que se espera de un coche como él. Estamos ante un coche que no puede quitarse esa esencia de coche orientado a la comodidad que rodea a todos los Mercedes y, por tanto, puede ser criticado por aquellos que buscan la radicalidad en un coche de circuito. Esto se aplica tanto a la puesta a punto de la suspensión como al mullido de los asientos. Otros muchos sistemas de asistencia o incluso de entretenimiento están de más en un coche orientado únicamente al placer de conducción.
No obstante, el GT-R es la máxima expresión de Mercedes en cuanto a grandeza de conducción, sonoridad y aspecto imponente. La exclusiva pintura de esta versión no hace otra cosa que aumentar su espectacularidad y proclama a distancia la estirpe de este vehículo deportivo, en cuyo desarrollo ha asumido -como decíamos al principio- un papel esencial el legendario «infierno verde», el histórico circuito norte de Nürburgring.
- Datos técnicos – Mercedes AMG GT-R
Longitud: 4,55 Metros, Anchura: 2,01 Metros), Altura: 1,25 Metros, Distancia entre ejes: 2,36 Metros, Volumen del maletero: 285-350 Litros
4,0-Litros, 430 kW/585 cv, par máximo: 700 Nm a 1.900 rpm, 0-100 km/h: 3,6 seg, Vel.max: 317 km/h, Consumo mixto: 11,4 Litros, CO2: 259 g/km, Normativa Euro 6, Precio: desde 165.410 Euros en Alemania