Aquellos que deseen o piensen que necesitan sistemas de ayuda para frenar, trazar curvas o realizar descansos tendrán que elegir entre alguna de las alternativas que ofrece el mercado alemán. Sin embargo, los que estén dispuestos a pagar un poco más por recibir algo menos –siempre dentro la máxima categoría– podrá decidirse por un Maserati Quattroporte. Una experiencia de conducción en mayúsculas. En un primer momento, la presentación del Maserati Quattroporte en el Salón del Automóvil de Detroit nos provocó una cierta sensación de desasosiego y confusión ya que ha crecido en tamaño. Una longitud de 5,26 metros con una distancia entre ejes de más de tres metros resultaba imposible de esconder: el buque insignia de la marca italiana mostraba una apariencia imponente.
Elegancia
Su interior, en cambio, irradia una sobriedad casi refrescante, ya que a diferencia de sus competidores alemanes el Quattroporte apuesta por la elegancia más sencilla, motivo por el cual incorpora aproximadamente trescientos botones menos. El volante podría adornar también un deportivo, los instrumentos redondos se limitan a lo básico (velocidad y revoluciones); entre medias se encuentra ubicada una pantalla informativa de gráfica conseguida donde podremos visualizar el resto de los datos.
Reducción
La consola central está dominada por una pantalla central de 8,4 pulgadas debajo de la cual encontramos los elementos de control de calefacción, ventilación y aire acondicionado. El conjunto completo acaba con los doce botones y la ranura de entrada para los DVD. En el túnel central sorprende la palanca del cambio automático por la ausencia de las correderas que no resultan necesarias para cambiar manualmente con la palanca: simplemente se hace en la posición «D». O, por supuesto, con las levas situadas en la columna de la dirección.
Lo que también se infravalora a veces es el reloj analógico situado entre las toberas de ventilación, uno elemento que bien podrían haber sido un poco más grande.
Ambiente
La tapicería de piel de los asientos es impresionantemente bonita. La razón es que no está compuesta simplemente por piel, sino que al tacto resulta suave como la seda y también parece más cálida de lo que suele ser habitual, aunque estamos seguros que es una mera ilusión óptica –aunque hay que reconocer que una muy buena. En los voluminosos reposacabezas destaca el tridente de la marca repujado, algo que también llama la atención al mirar por el espejo retrovisor. En la parte posterior el cliente tiene la opción de elegir entre un banco de dos o de tres plazas con una estupenda libertad de movimiento a la altura de las piernas en ambos casos.
Sin embargo, el Maserati Quattroporte no es un coche para dejar al chófer. Y esto es algo que salta a la vista nada más arrancar el motor.
Dinámica
Aunque su V8 solo cuenta con una cilindrada de 3,8 litros, en primer lugar se trata de un propulsor fabricado por Ferrari y, en segundo lugar, cuenta con dos turbocompresores capaces de sacarle 530 CV de potencia. Ya en los primeros metros el motor deja claro que Maserati es una marca de coches deportivos y que en realidad solo es comparable con unAMG S 63 (de 544 a 571 CV)o el Audi S8 (520 CV).
El cambio automático de ocho velocidades de la marca ZF (que también montan BMW y Jaguar) traslada la fuerza del motor de manera sorprendentemente directa a las ruedas traseras, el V8 biturbo reacciona casi con tanta espontaneidad como un motor atmosférico, lo que permite desplazar esta berlina de 1.900 kilos de peso de forma ligera y ágil. En comparación, los buques insignia de Audi y de AMG pesan entre 200 y 300 kilos más.
Estadísticas
Igual de rápido se alcanza por tanto la velocidad máxima de 307 km/h, mientras que los 4,7 segundos que tarda en alcanzar los 100 km/h pasan a un segundo plano al comenzar a oír el sonido profundo y contundente de su V8. Otro aspecto a tener en cuenta por los conductores deportivos es que la potencia máxima está disponible entre las 6.500 y las 6.800 vueltas, por lo que el Maserati puede considerarse casi un turbo de régimen elevado y resulta más que divertido dejarse embriagar una y otra vez por esta combinación.
El manejo es directo, agradable, deportivo y a pesar de sus ruedas de 20 pulgadas (delante 245 mm y detrás 285 mm de ancho) bastante cómodo, siempre que uno entienda el Quattroporte como un coche para conducirlo y no como una berlina de chófer. Tanto el reglaje del chasis como la propulsión potente y directa resultan sumamente convincentes, aspectos que resultan más evidentes a gran velocidad en autopista y en curvas de tintes deportivos. La espectacular dinámica longitudinal de este Maserati de clase superior cuenta con la inestimable ayuda de un diferencial de bloqueo montado de serie.
Maserati anuncia un consumo homologado de 11,8 litros, una cifra bastante respetable en comparación con los datos facilitados por la competencia procedente de Ingolstadt (10,1 litros) y de Affalterbach (14,4 litros) pero que ni se ajusta a la realidad ni estará incluida en la lista de prioridades de su propietario.
Conclusión
El Maserati Quattroporte no es un coche al gusto de todos. Y eso no es solo bueno, sino que lo convierte en una verdadera alternativa (de 145.000 euros) para cualquier conductor exigente aunando lujo y rendimiento en un elegante formato. Una construcción ligera y un motor convincente, una distribución de pesos conseguida y una nobleza elegante reducida a la mínima esencia posicionan al Maserati frente a los modelos de clase superior alemanes dominantes y que hasta la fecha prácticamente no tenían competencia. Estos tienen todos los sistemas de ayuda. Pero Maserati ha comprendido lo que verdaderamente importa.