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Primer contacto: Land Rover Freelander 2 TD4_e – Compacto y urbano

Cambio climático, crisis financiera mundial... El futuro de los fabricantes de automóviles es incierto. Land Rover ha sabido escoger el momento oportuno para marcar el camino a seguir.

En Londres tuvimos la oportunidad de probar el primer SUV del mundo con dispositivo de arranque y parada automáticos.
Todo un golpe de suerte en estos tiempos: pocos meses antes de que el consorcio automovilístico Ford, propietario de Land Rover, tuviera que mendigar un par de miles de millones al gobierno estadounidense, el empresario indio Ratan Tata ha conseguido quedarse con la tradicional marca británica. Fascinado por los coches, está en posición de financiar un cambio de rumbo de la marca y de allanar el camino del futuro a los especialistas en SUV.

Un camino que resultará algo pedregoso. Todos los modelos de Land Rover, empezando por el Freelander y pasando por el Defender y el Discovery hasta llegar al Range Rover, son demasiado pesados. Los modelos sucesores tendrán que adelgazar casi media tonelada para poder llevar la voz cantante en el sector de los todoterrenos en el futuro y no acabar marginados por la política climática. Sin embargo, antes de que tales medidas radicales entren en vigor en los próximos modelos, los británicos han dado ya el primer paso en el terreno de los híbridos con el nuevo Freelander 2 TD4_e con dispositivo de arranque y parada automáticos.

Quizá las medidas tomadas parezcan un tanto exageradas, si se tiene en cuenta el efecto relativamente sencillo del arranque y parada automáticos (al parar en los semáforos, el motor se apaga y se vuelve a encender al continuar la marcha): elementos tales como el motor de arranque y la batería, las coronas y arandelas de fricción, el transformador de tensión y el sensor de vacío del circuito de frenos han tenido que ser ajustados, modificados, reforzados o incorporados.  Pero las semanas y meses que han durado las fases de requisitos y diseño han merecido la pena, ya que, por lo que se ha dicho hasta ahora, el dispositivo parece funcionar de forma totalmente coherente.

Recorrido urbano

Para comprobar si su eficiencia se extiende al consumo y a la reducción de emisiones de CO2, probamos el modelo de menor consumo de todos los Land Rover (según el fabricante, sólo necesita 7 litros escasos de diésel) en tres de las situaciones más habituales para este tipo de vehículo: desplazamiento diario a la ciudad, tráfico urbano y campo a través, si bien esta última prueba tuvo lugar en un circuito artificial.

Al jefe de Land Rover Phil Popham le gusta insistir en que el Freelander TD4_e consume un 8% menos que el anterior TD4 tras el ciclo de normativas EU sobre emisiones sin que su rendimiento de 150 CV diésel se haya visto modificado. Pero esto no es todo, ya que en el ciclo virtual de tests EU de emisiones (de unos 20 minutos de duración) hay pocas paradas en semáforos. La vida real es mucho más dura, también en lo que se refiere a consumo de combustible, como se ve reflejado en nuestro día a día de pruebas con diferentes automóviles. Según Popham, ésa es precisamente la cualidad del Freelander con dispositivo de arranque y parada automáticos: el equipo de desarrollo ha conducido el TD4-e en Londres en situación real logrando un ahorro de hasta un 20%.

Cuanto más difícil, mejor

Cuantas más interrupciones tenga el tráfico, mejor reacciona este Land Rover. Normalmente, cada semáforo rojo se traduce en un desperdicio de combustible. Sin embargo, gracias al dispositivo de arranque y parada automáticos, en el tiempo de espera en el semáforo se ahorrará combustible. El funcionamiento del dispositivo es de lo más sencillo: rodar, sacar la marcha, levantar el pie del embrague y listo. Después de un par de semáforos en rojo, este proceso se lleva a cabo casi sin pensar.

Sin embargo, el dispositivo tiene algunas limitaciones, habituales también en otros sistemas de arranque y parada automáticos: una temperatura exterior inferior a los 3 ºC, la necesidad de calefacción o refrigeración del interior, la batería descargada o el uso imprescindible del freno hacen que el motor vuelva a encenderse si es necesario para llevar a cabos estas funciones adicionales. En nuestra prueba tuvimos que forzar estas situaciones; sólo la temperatura superior a 3ºC parece ser una verdadera limitación para las condiciones climatológicas continentales en invierno.

## Ordenador de a bordo

Desde el aeropuerto de Heathrow por la M4 en dirección Londres, el Freelander recorrió 34 millas con un galón de combustible, lo que corresponde a 7,4 litros por cada 100 km. Esto fue la parte previsible de la prueba, ya que la velocidad en la autopista no es muy alta (el máximo permitido es de 60 millas por hora, unos 100 km/h) y el tráfico es más fluido de lo que uno se imagina en horas punta. Sin embargo, a partir de Chelsea se convirtió en una tarea imposible: desde la central eléctrica de Battersea hasta el «Pepino» (apodo popular de un rascacielos londinense) nos tragamos un  intenso atasco en el centro urbano. Según el ordenador de a bordo, un galón de diésel no daría, en esas circunstancias, para más de 27-29 millas, lo que corresponde a un consumo de entre 8,6 y 9,3 litros.

## ¿Nueve litros?

En comparación con el último Freelander que probamos, se trata de una cifra notable, ya que esa vez, en el bullicio de Múnich, no logramos quedarnos por debajo de los diez litros, con un consumo según el tráfico casi siempre por encima de los once litros por cada 100 km de tráfico urbano. El TD4_e permite realmente, por tanto, un ahorro de casi un 18% y deja a Phil Popham en buen lugar. Para colmo, el TD4_e puede tanto campo a través como cualquier otro Freelander. Y como toque final: su consumo en pendientes del 80%, caminos de gravilla, tramos de arena y terreno irregular fue de entre 13,9 y 15,4 litros (en primera, por supuesto).

Conclusión

Con un peso superior a las 1,7 toneladas y una potencia de 150 CV, el consumo de 9 litros en ciudad en condiciones similares a las reales es un valor óptimo para un SUV como el Freelander. Aún mejor es el hecho de que, a partir de mayo de 2009, todos los Freelander diésel (con cambio manual) traerán el dispositivo de arranque y parada automáticos de serie, sin suplemento de precio. Con ello, Land Rover se adelanta incluso a BMW, pionero del arranque y la parada automáticos: para su X3 no existe un paquete similar. Como tampoco lo hay para el Mercedes GLK o el Audi Q5.

Con el dispositivo de arranque y parada automáticos, Land Rover da el primer paso en el terreno de los vehículos de bajos niveles de emisión. Lo próximo que podemos esperar es un sistema de recuperación de energía, a partir de 2010, y un sistema híbrido completo, a partir de 2011. Con el modelo LR-X, presentado hace un año, podría surgir una plataforma de vehículos ligeros y una tecnología que lleve al Range Rover a una emisión inferior a los 140g.

Traducción: María Dolores Lozano

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