La única novedad de la edición más actual de este dinosaurio es su motor, y este hecho resulta casi imperceptible en comparación directa con su predecesor. Sin embargo, resulta imprescindible para los últimos años de producción. El nuevo motor del Land Rover Defender ofrece exactamente las mismas prestaciones (122 CV, 360 newtons/metro) y el mismo consumo (10 litros) que la mecánica de 2,4 litros del primer TD4. Sin embargo, gracias a la incorporación de un filtro las emisiones han disminuido hasta alcanzar los niveles exigidos por la normativa Euro5. Asimismo, el ruido también se ha visto reducido y la velocidad máxima ha aumentado de 132 a 145 km/h.
Unas palabras más
Sin embargo, durante nuestra primera escapada por las superficies más escarpadas que encontramos el último Defender demostró que tiene algo más que decir.
La posición de conducción continúa siendo terrible, el radio de giro similar al de un camión y gracias a unas enormes ruedas MT de perfil alto y formato 235/85-16 la estabilidad direccional resulta todo un reto. Además, la primera marcha resulta a todas luces demasiado corta para el día a día.
Por encima de todo
Y por todos estos motivos, conducir un Defender –incluso sin una jungla de por medio– pronto se convierte en toda una aventura. Se trata del último homenaje a la conducción del siglo pasado si tenemos en cuenta que incluso el ABS está incluido en la lista de extras y el ESP y los airbags ni siquiera están disponibles por más dinero. Un espanto para la Comisión Europea pero todo un divertimento para aquellas personas que prefieren conducir sin ningún tipo de automatismos.
He tenido la suerte de poder conducir el último ejemplar de su categoría por las carreteras del sur de Escocia, un país caracterizado por maravillosos jardines y robustos castillos y donde es posible atravesar riachuelos y adentrarse en bosques pertenecientes al patrimonio privado del Duque de Roxburgh.
Bien equipado
Las gomas aptas para el barro montadas en el Defender resultan imprescindibles más allá de las estrechas carreteras y la enorme distancia al suelo, tan molesta a la hora de subir y bajar del 4x4, una bendición. La angulosa carrocería combinada con la corta distancia entre ejes del modelo 90 que tuve el placer de conducir hizo que pronto se me olvidara el enorme radio de giro. La estrecha carrocería hace que entre los árboles su imposible posición de conducción parezca una pura necesidad.
La segunda palanca de cambio de aspecto prehistórico situada sobre el monstruoso túnel central, y que permite combinar de forma aleatoria la reductora y el diferencial autoblocante central, es maravillosa. Sin embargo, ésta resulta menos necesaria de lo que cabría esperar, dado que la articulación del eje atípicamente dura proporciona a las ruedas un muy buen contacto con el suelo. Sin embargo, en caso de duda debería entrar en funcionamiento lo antes posible, dado que un manejo «on the fly», es decir durante la conducción, seguro que sólo lo dominan los más expertos y doctos en el uso de un Defender.
Más iluminación
Las noches en los bosques de Escocia son oscuras como la boca de un lobo, lo que hace necesario el apoyo de la iluminación de los proyectos adicionales. Son resistentes al agua y, a la hora de cruzar ríos, resultan completamente imprescindibles, algo que pude comprobar cuando, gracias a una inesperada ola, superé la profundidad de vadeo oficial de 500 mm en al menos un 50%.
El cabestrante integrado también resulta fácil de manejar una vez que alguien con el calzado adecuado ha sido capaz de fijar el gancho en un lugar igualmente apropiado. Sin embargo, éste sólo se utiliza si uno se ha perdido (algo que no se puede descartar cuando se atraviesan los oscuros bosques escoceses) o cuando ha planificado mal la ruta. Y, en nuestro caso, parece que el encargado de planificarla lo hizo aposta para que tuviéramos la oportunidad de embarrar verdaderamente la unidad de prueba.
Conclusión
Hoy en día, unLand Rover Defender en versión TD4 con motor de 2,2 litros resulta casi igual de práctico que un tocadiscos, aunque para los entendidos sea lo máximo.
Si dejamos a un lado las tapas de ventilación situadas debajo del parabrisas, el TD4 con su motorización actual constituye el mejor Defender de todos los tiempos. Nunca antes había existido uno más rápido, más silencioso, más ecológico o más calefactable. Seguramente después de 2014 sólo se podrá adquirir como vehículo fabricado bajo licencia en América del Sur, África o en cualquier otro mercado residual. Hasta entonces continuará siendo el vehículo nuevo más antiguo de Europa, así como el todoterreno por antonomasia.
Sólo un consejo: cuando compre un Defender (a partir de 30.350 euros), recuerde que deberá invertir en una radio como dios manda, ya que este complemento es lo único que realmente merece la pena cambiar.