En cualquier caso, un Jazz Hybrid de estas características también ha de someterse al duro día a día de las autopistas españolas, como en nuestra prueba de conducción que hemos aprovechado para probar el consumo real a diferentes niveles de velocidad. Y, sin que nadie se lo esperara, el híbrido de Honda ha resultado ser una excelente alternativa al diésel. Y, por supuesto, el Jazz también puede considerarse una buena alternativa al Polo, al Corsa y al Fiesta. Lo que hace del Jazz un vehículo tan especial es, ante todo, su carrocería casi tipo monovolumen que impresiona con un buena oferta de espacio para ocupantes y equipaje con tan solo 3,90 metros de longitud, así como una variabilidad digna de establecer referentes. El principal atractivo es que, al plegar el respaldo del banco trasero en la proporción 60:40, de forma paralela también se desplaza hacia abajo la zona de asiento, creando así una superficie de carga profunda y plana. De esta forma, en lugar de los 303 litros de capacidad normal, su volumen de carga aumenta hasta un máximo de 1.320 litros, es decir lo mismo que en un VW Golf.
Los que necesiten aún más espacio pueden plegar el asiento del copiloto para cargar así objetos de hasta 2,40 metros de longitud. Otro pequeño truco es que el banco trasero no sólo se puede abatir dejando una superficie plana, sino que también se puede levantar, de forma similar a lo que ocurre con la butaca de una sala de cine. En este caso, el Jazz permite transportar objetos elevados de hasta 1,30 metros de altura.
Elegancia futurista
Sin embargo, el Jazz no solo endulza nuestro día a día automovilístico con su valor útil, sino que su presentación y equipamiento también cumplen los más elevados requisitos. Su puesto de conducción algo futurista y, sin embargo, bastante funcional presenta una arquitectura interesante y, pese a contar con algunas zonas de plástico duro y superficies de aspecto algo barato, resulta agradable y moderno a la vista. Y como detalle particularmente elegante el Jazz ofrece incluso un equipamiento de cuero opcional que, junto con el enorme techo panorámico de cristal, configura en su interior un ambiente muy acogedor.
A esto cabe añadir el gran número de huecos portaobjetos y compartimentos de almacenamiento, sí como el climatizador, un programador de velocidad y un cambio automático de serie. Gracias a su túnel central plano, los ocupantes de las plazas traseras y el conductor tendrán un mayor margen de maniobra, unos a la altura de los pies y el otro a la altura de la rodilla, que en la mayor parte de los modelos de la competencia.
Doble motorización
El otro talento especial del Jazz Hybrid –que por cierto en EE. UU. se comercializa con la denominación Fit– es su doble motorización. El motor de gasolina de 1,3 litros arranca de forma silenciosa con tan sólo pulsar un botón. Al colocar la palanca del cambio automático continuo CVT en posición D el Jazz comenzará a andar con un nivel de ruido sorprendentemente bajo. Si no pisamos a fondo el acelerador, su propulsor de 88 CV funciona siempre a un régimen de revoluciones bajo, con el apoyo suave y ocasional del motor eléctrico de 14 CV.
Sin embargo, el Jazz también puede mostrarse más impetuoso. Si le exigimos mucha potencia, entonces el motor eléctrico transmite todo su par motor a la propulsión, dando lugar a un pequeño pero perceptible golpe de efecto. Su potencia total de más de 200 Nm hace que las ruedas delanteras luchen incluso brevemente por mantener la tracción. De forma paralela el cuatro cilindros alcanza un rango elevado de revoluciones, ya que en lugar de mostrar un incremento lineal de las revoluciones después de engranar cada marcha, con el cambio continuo CVT a plena carga el motor gira al máximo nivel hasta alcanzar la velocidad deseada.
Dos modos de conducción
Esta interacción un tanto curiosa entre el cambio y el motor solo resulta divertida en el primer momento de la demanda de potencia, ya que al breve empuje le sigue una propulsión algo lenta, acompañada de una acústica bastante penetrante. Al menos, según datos oficiales este utilitario de 1,2 toneladas de peso registra un tiempo de aceleración de 0 a 100 km/h de algo más de 12 segundos y su velocidad máxima alcanza los 175 km/h. Teniendo en cuenta estas cifras, la elasticidad –es decir la progresión en la aceleración intermedia– resulta incluso notablemente buena, al menos en modo normal.
Pulsando un botón podemos activar, de forma alternativa, el modo ecológico con el que el Jazz Hybrid nos ayuda a cumplir su verdadera vocación: conducir de la forma más eficiente posible. El consumo homologado de 4,5 litros es una promesa que en la práctica solo se puede conseguir con una moderación extrema. Al menos durante un trayecto de 200 kilómetros por autopista a una velocidad máxima de 100 km/h y con el climatizador desconectado logramos registrar la respetable cifra de 4,9 litros. Por cierto que en este caso el ordenador de a bordo mostró 4 litros justos. Esta elevada diferencia práctica podría ser atribuible al llenado del depósito, ya que el repostaje en la estación de servicio no puede arrojar un resultado de medición muy preciso.
Apto también para personas que viajan mucho
Naturalmente, el motor de gasolina del Jazz también puede registrar niveles de consumo bastante más elevados, lo que quedó demostrado tras nuestra aventura por autopista a una buena velocidad (programador de velocidad en 160 km/h) con un consumo de 8 litros. Recorridos unos 2.000 kilómetros –incluidos los trayectos por autopista a velocidades relativamente altas– el consumo medio fue de 6,7 litros. Se trata, en definitiva, de una cifra bastante buena para un gasolina con cambio automático, ya que en la práctica el Jazz Hybrid se sitúa a un nivel similar al de cualquier utilitario diésel comparable.
Y, dicho sea de paso, el Jazz también resulta un buen compañero para recorridos largos, ya que con el programador de velocidad, el cambio automático y una posición de conducción relajada, un tren de rodaje bastante confortable y una acústica moderada, incluso tras un largo camino uno desciende del Jazz relativamente relajado.
Planear por cuidad
En circulación por ciudad, donde la propulsión híbrida desarrolla todo su potencial, el ágil y maniobrable Jazz se muestra sumamente a gusto. Sin embargo, cuando el estado de la calzada es malo el chasis presenta algunos problemas de amortiguación y se muestra nervioso y rígido. Y rígido es también su rendimiento en curva, puesto que su carrocería fácilmente inclinable y la dirección sintética no animan precisamente a disfrutar de este tipo de maniobras.
El Jazz Hybrid es más bien un automóvil para viajar de forma tranquila, y los que sean capaces de hacerlo podrán aprovechar otra particularidad: el modo crucero, que se puede activar a velocidades comprendidas entre los 35 y los 50 km/h. Alcanzada una cierta velocidad hay que levantar ligeramente el pie del acelerador y, a continuación, volver a pisar con mucha cautela y suavidad. Sobre una superficie llana o con una ligera pendiente descendente el Jazz es capaz de mantener la velocidad sin que el motor de gasolina se ponga en marcha. Con el propulsor de gasolina desconectado es posible planear hasta dos kilómetros.
Independientemente de que conduzcamos en modo 100% eléctrico, de forma eficiente o con un estilo poco eficiente, con la ayuda de un juego cromático en azul y verde que tiene lugar detrás del velocímetro digital y a través de la «Eco Guide» en la pantalla de información el Jazz Hybrid nos indicará el estilo de conducción en cada situación. Casi como un juego, este indicador cromático anima en todo momento al conductor a aprovechar la propulsión híbrida de la forma más eficiente posible.
Un utilitario caro
Sin embargo, esta especial tecnología híbrida no resulta del todo económica. Mientras que la versión básica de propulsión convencional del Jazz está disponible por menos de 13.000 euros, el precio fijado por Honda para la versión Hybrid es de 19.600 euros. Ésta ofrece al menos, además de sus cuatro puertas de acceso, un cambio automático, un climatizador y una radio con reproductor de CD.
De esta forma, el Jazz Hybrid se posiciona más o menos al mismo nivel que el VW Polo, que en versión cuatro puertas con un equipamiento similar y con un propulsor de gasolina de 90 CV en combinación con un cambio de doble embrague también cuesta algo más de 19.000 euros. En cambio, el Polo no puede presumir de un habitáculo tan versátil como el del Jazz y, además, tampoco cuenta con ningún propulsor eléctrico adicional.
Conclusión
Sí, en la práctica el Jazz Hybrid se puede conducir de forma bastante eficiente, más incluso que la mayoría de sus congéneres. En este sentido, la tecnología híbrida –que todavía no se suele encontrar mucho en el segmento de los utilitarios– logra unas cifras de consumo satisfactoriamente bajas. Y no solo en circulación por ciudad, ya que también en autopista el consumo se mantiene a un nivel bastante reducido, aunque al acelerar continuamente no podemos esperar ningún ahorro extremo como en ciudad. No obstante, el Jazz también constituye una alternativa al diésel para aquellas personas que viajan mucho, ya que incluso los trayectos rápidos por autopista se superan en el peor de los casos con un consumo de ocho litros.
Sin embargo, la principal ventaja del Jazz es su espaciosa carrocería que, gracias a un concepto de habitáculo altamente variable, ofrece un enorme potencial de aprovechamiento. En este aspecto el Jazz es incluso el mejor de su categoría.
Sin embargo, el Jazz también presenta algunas características que no resultan tan atractivas: el chasis es demasiado duro, el efecto sintético de la caja de cambios CVT resulta en ocasiones molesto y el precio de la versión híbrida es relativamente elevado para un utilitario. Pero no hay que desanimarse, ya que aquellos que estén dispuestos a comprar uno encontrarán en AutoScout24 muchas unidades de segunda mano con descuentos ejemplares.