Ford ha logrado doblar su volumen de negocio en comparación con el ejercicio anterior y lo ha conseguido con un automóvil que estaba a punto de ser sustituido. El nuevo Ford Ranger se enfrenta ahora al cometido de perpetuar esta tendencia ascendente. Las condiciones previas son excelentes y lo único que podría poner freno a esta escalada sería la cuestión de su utilidad. El Ford Ranger tiene tan poco en común con un animal de trabajo tosco e incómodo como un Audi Q3 con un todoterreno. Este nuevo pickup desarrollado completamente en Australia destaca por unas prestaciones y un confort similares a los de un automóvil normal. De forma opcional está disponible en versión dos puertas con cabina sencilla y asientos para dos ocupantes o en una amplia versión de cuatro plazas y cabina doble. Ésta última ofrece, incluso en su parte trasera, suficiente espacio para varios adultos.
El ambiente dentro del nuevo Ranger es cómodo, si bien en su interior predomina el plástico duro. Con un acabado limpio –al igual que todos los Ranger fabricados el mercado europeo en África del Sur– no hay nada que objetar a un plástico fácilmente lavable. Además, este Ford dotado de multitud de huecos portaobjetos se puede equipar con todo tipo de soluciones prácticas, desde asientos calefactados hasta una cámara de visión trasera o un sistema de navegación y entretenimiento, componentes que nos harán olvidar fácilmente el carácter casi industrial de este vehículo. Unos asientos cómodos y un manejo sencillo son dos de las características que completan el conjunto.
Dimensiones imponentes
El Ranger también ha evolucionado enormemente en términos estéticos. A pesar de que ha sido desarrollado en colaboración con Mazda nada hace presagiar su parentesco con el BT-50. Con grandes superficies, un morro más vertical, una imponente parrilla y unos espejos exteriores de generosas dimensiones, el pickup de hasta 5,35 metros de longitud se presenta seguro de sí mismo y aunque solo sea por sus dimensiones no puede esconder que procede de los EE. UU. Pese a sus grandes proporciones, la visibilidad resulta bastante buena. Siguiendo su estrategia empresarial Ford ha diseñado un automóvil para todo el mercado mundial, limitando las diferencias regionales a la configuración del tren de rodaje y las condiciones de homologación imperantes en cada país.
Además de las tres cabinas el comprador tiene la posibilidad de elegir entre tres mecánicas diésel, cuatro variantes de equipamiento, tracción integral o trasera y un cambio manual de seis velocidades o una caja automática también de seis velocidades que resulta mucho más recomendable. La oferta del Ranger suma 14 versiones diferentes cuya principal característica en común es su homologación como vehículo pesado. La posibilidad de elegir la tracción puramente trasera solo se tiene con la mecánica diésel menos potente de 2,2 litros y 125 CV con cabina sencilla. Todas las demás variantes vienen equipadas de serie con tracción integral desconectable. Dependiendo del equipamiento el precio oscilará entre los 22.500 euros y casi los 38.000 euros.
Buena carga remolcada
El propulsor de 2,2 litros también está disponible con un nivel de potencia superior (150 CV) y, por encima de éste, encontramos el diésel de cinco cilindros y 3,2 litros de cilindrada que desarrolla 200 CV. Éste último constituye una buena elección, sobre todo por el cambio automático que oculta bastante bien el efecto turbo y por sus 470 Nm de par motor que resultan súmamente útiles cuando la superficie de carga está llena o cuando es necesario enganchar un remolque. El nuevo Ranger se puede cargar con un máximo de una tonelada de peso, mientras que el gancho puede tirar de hasta 3.350 kg; suficiente para remolcar dos caballos. Por desgracia ni el cuatro ni el cinco cilindros están especialmente bien aislados, por lo que a plena carga emiten un sonido bastante contundente.
Que el Ranger de más de 2 toneladas de peso no se conduce como un Porsche 911 resulta evidente. Sin embargo, este pickup nos convenció desde el principio con un excelente asentamiento en carretera, un buen confort de suspensión pese a su eje trasero rígido, una dirección más directa y –gracias a sus 3,22 metros de batalla– una formidable estabilidad direccional. Incluso en curva el Ranger se inclina muy poco y, al contrario que en su predecesor, el ESP ya está disponible de serie.
Más allá de lo que el conductor espera
Fuera de las superficies asfaltadas, el Ranger recurre a las ruedas delanteras conectables mediante un mando giratorio y, en caso de que el camino sea aún más intransitable, a la reductora. El sistema de arranque en pendiente puede resultar en ocasiones de gran ayuda, aunque el sistema de control de velocidad en descenso –que también se activa pulsando un botón– es bastante innecesario. El ángulo de inclinación tanto delante como detrás puede llegar a los 28 grados, mientras que la profundidad de vadeo alcanza como máximo los 80 centímetros. Esto permite al Ranger ir mucho más allá de lo que la mayoría de los conductores se atrevería.
Y hablando del conductor regresamos a la cuestión inicial sobre su utilidad, es decir, para quién tiene sentido un pickup. Pocos necesitarán la superficie de carga abierta de fábrica, quizá algún paisajista o algún que otro trabajador que precise transportar maquinaria. Sin embargo, en el momento en el que el Ranger esté parado la carga estará expuesta a las miradas y los impulsos de los amantes de lo ajeno. Una familia de cuatro miembros seguro que no dejará su equipaje en esta zona del vehículo abierta, pero si las plazas de atrás están ocupadas no queda espacio para depositar allí las maletas. Sin embargo, no todo está perdido, ya que el Ranger dispone de una cubierta para la zona de carga, aunque en este caso resulta más cómodo decantarse desde un principio por un SUV.
Conclusión
Sin duda alguna, con el nuevo Ranger Ford ha sacado a la luz un excelente pickup capaz de competir con el VW Amarok que ya en su primer año en el mercado ha logrado convertirse en líder de ventas en algunos países. El confort de marcha es bueno, las prestaciones todoterreno excelentes y la cabina ofrece una comodidad y unos extras similares a los de un automóvil normal. Los motores diésel –especialmente los dos más potentes– ofrecen suficiente potencia y el hecho de que su funcionamiento sea algo tosco encaja también con la imagen ruda del Ranger.
Lo único que podría jugar en contra del pickup es su escasa utilidad, por muy paradójico que pueda sonar en el caso de un vehículo industrial/comercial. La superficie de carga constituye un espacio difícilmente aprovechable a diario y que la mayoría del tiempo viajará vacía de un lado a otro de la ciudad.