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Primer contacto: Ford B-Max – Toda una obra de arte

Que uno eche en falta algo que no está disponible es comprensible. Que lo extrañe y desee tenerlo también es habitual. Pero que algo que ni siquiera existe esté en medio y resulte un estorbo es algo –cuanto menos– insólito.

Sin embargo, el Ford B-Max es capaz de esta proeza con un montante B inexistente. Con todo, su excepcional concepto de puertas entusiasma a cualquiera. A pesar de que la idea no es nueva, con el concepto de puertas del nuevo B-Max, presentado por primera vez en el Salón del Automóvil de Ginebra de 2012, Ford ha logrado sin lugar a dudas un golpe maestro. El nuevo minimonovolumen, que estará disponible en los concesionarios a partir de octubre, resucita un principio que el Nissan Prairie ya presentó por primera vez a principios de los años ochenta. Puertas convencionales en la parte delantera, una puerta corredera a cada lado en la parte trasera y entre medias: nada de nada.

Con las puertas delanteras y traseras abiertas, y sin el molesto montante B, el B-Max muestra una abertura de acceso de un metro y medio de ancho –aproximadamente el doble de lo que suelen tener a su disposición los pasajeros de las plazas posteriores. Esto resulta especialmente útil para familias que han de anclar el asiento infantil o ajustar los cinturones de los niños en el banco trasero. Lo que no está tan claro, en cambio, es lo que hará con este nuevo acceso el segundo grupo objetivo: parejas de cierta edad cuyos hijos ya han abandonado el hogar familiar. Al menos podrán disfrutar de una posición de conducción más elevada y cuando vayan acompañados de amigos estos podrán subir y bajar con mayor facilidad de la parte trasera.

Los gruesos marcos de las puertas dificultan la visibilidad

Pero, ¿cómo puede molestar un montante B que ni siquiera existe? La respuesta es sencilla: no es que no exista, sino que está integrado en el marco de la puerta. Para garantizar la estabilidad necesaria y la seguridad en caso de colisión sin un travesaño continuo, Ford tuvo que diseñar el marco de forma especialmente robusta, entre otras cosas con un elevado porcentaje de aceros de alta resistencia. Al cerrar las dos puertas cerradas confluyen, por tanto, dos marcos de varios centímetros de grosor que unidos conforman una suerte de pared que limita en gran medida la visibilidad lateral al mirar hacia atrás por encima del hombro. A cambio Ford nos ofrece unos montantes A de filigrana que a diferencia de muchos monovolúmenes no estorban apenas.

Bien es cierto que para conseguir este amplio acceso Ford podría haber montado en la parte trasera puertas de apertura hacia atrás, tal y como hizo en su día la casa Opel con el Meriva. Sin embargo, las puertas correderas tienen una ventaja adicional: ocupan menos espacio y facilitan el acceso y la salida del vehículo en aparcamientos estrechos. Y si además llevamos niños detrás no tendremos que preocuparnos de que al abrir la puerta destrocen la pintura del coche de al lado. Y para que al bajarse en una estación de servicio el niño no se lleve por delante la manguera de la gasolina con la puerta corredera Ford ha previsto una solución inteligente que frena la puerta justo delante de la tapa del depósito.

El asiento del copiloto se abate hacia adelante

No obstante, las puertas correderas no son lo único que hacen del hermano pequeño del C-Max –del cual Ford vende aproximadamente 25.000 unidades al año– un vehículo sumamente práctico. Éste ofrece de serie, por ejemplo, un asiento para el copiloto que se abate hacia adelante, gracias a lo cual se pueden transportar objetos de hasta 2,35 metros de longitud. O un sencillo sistema de plegado para el banco trasero dividido en la proporción 40:60. Con una simple maniobra es posible rebajar la superficie de asiento y abatir hacia adelante los respaldos.

Lo que no podemos hacer, en cambio, es desplazar longitudinalmente los asientos traseros –como, por ejemplo, en el Opel Meriva. Y con una capacidad de 318 litros, el volumen del maletero es considerablemente inferior al de su competidor procedente de Rüsselsheim (aprox. 400 litros). Sin embargo, con sus 4,30 metros de longitud el Opel se sitúa en una posición más cercana al segmento de los compactos que el B-Max –basado en el utilitario más vendido en Europa, el Ford Fiesta– ya que éste mide tan solo 4,08 metros. No obstante, otro de sus competidores demuestra que esto no es ninguna excusa. ElKia Vengaes un centímetro más corto aún pero ofrece una capacidad de almacenamiento de 440 litros.

Asientos confortables

Aunque el equipaje deba soportar alguna que otra estrechez, éste no es el caso de los pasajeros. Tanto delante como detrás la libertad de movimiento a la altura de la cabeza es buena y si la envergadura del conductor no es excesiva el banco trasero invita a permanecer sentado todo el tiempo que sea necesario. Sin embargo, el confort que ofrecen los asientos no enmascara el hecho de que el salpicadero, con sus innumerables botones dispuestos a lo largo y ancho de la consola central, resulta bastante confuso y el manejo del B-Max es todo menos intuitivo. En cambio, la lectura de los instrumentos es perfecta y gracias a que ya en la versión básica el asiento del conductor es regulable en altura y la columna de dirección también se puede ajustar en sentido vertical y longitudinal uno encuentra enseguida la posición de conducción óptima.

En cualquier caso, la versión de acceso –equipada con espejos exteriores eléctricos, elevalunas eléctricos delante y detrás y multitud de airbags– solo está disponible para dos de las seis motorizaciones disponibles: el gasolina de menor potencia de 90 o 75 CV. Todas las demás mecánicas arrancan en la segunda de las cuatro líneas de equipamiento e incluyen, además, un ordenador de a bordo y la opción de elegir algún que otro paquete atractivo no disponible para la versión básica.

Nuevo tres cilindros turbo

Entre los demás propulsores se encuentra, además de un gasolina de 1,6 litros asociado siempre a un cambio de doble embrague de seis velocidades y un diésel de 95 CV, el nuevo gasolina de tres cilindros y 1,0 litro de cilindrada desarrollado por Ford. Gracias a la sobrealimentación esta pequeña mecánica que monta también el Focus y que desarrolla 100 o 120 CV es capaz generar un par motor de 170 o 200 Nm a tan solo 1.400 revoluciones. Sobre todo la variante más potente de ambas es más que suficiente para poner en movimiento la casi tonelada y media del B-Max.

Acompañada de una rotunda acústica, esta mecánica de régimen elevado impulsa al Ford en 11,2 segundos hasta los 100 km/h y su velocidad máxima alcana los 189 km/h. Pero lo que más llama la atención es la ausencia de efecto turbo del B-Max 1.0 Ecoboost, lo que le permite dejar atrás el semáforo con rapidez una vez que el sistema de parada y arranque ha puesto de nuevo en marcha el motor. A velocidades más elevadas se llega a echar en falta una sexta marcha, aunque –a excepción de la variante automática– ningún B-Max cuenta con ella. La excusa es que esta relación de transmisión adicional resultaría demasiado cara, aunque con ella el consumo homologado de 4,9 litros podría reducirse un poco más. Ambos diésel consumen, por cierto, algo más de 4 litros, mientras que los gasolina alcanzan 6,0 y 6,4 litros.

Llamada de emergencia y frenos, todo automático

Sin embargo, aparte de la sexta marcha, todavía existe algo más con lo que el B-Max no cuenta –a pesar de que sí se puede equipar con opciones como el techo panorámico, una cámara de visión trasera e incluso asientos en piel. Estamos hablando del sistema de navegación, que no estará disponible hasta 2013. Sin embargo, en esta categoría de vehículos tan solo el 10% de los compradores se decantará por esta opción. En cambio, desde su llegada a los concesionarios a partir de la segunda línea de equipamiento, y en combinación con la radio, el B-Max dispone de una interfaz telefónica móvil denominada Sync que incluye un asistente para llamadas de emergencia.

Si el sistema detecta una colisión –por la activación de los airbags o una interrupción del flujo de combustible– realizará automáticamente una llamada al 112 y transmitirá los datos del GPS (el B-Max ya cuenta con el receptor, a pesar de no disponer de navegador) a la central de operaciones de rescate en el idioma del país en cuestión. Sin embargo, esto solo ocurre si previamente hemos conectado un móvil por Bluetooth y éste sigue funcionando tras el accidente. Y para que no llegue a producirse esa temida colisión, por 350 euros Ford ofrece el sistema «Active City Stop» desarrollado conjuntamente con Volvo y que a bajas velocidades evita colisiones frontales mediante un aumento de la presión de frenado.

Ágil y ligero

A velocidades más elevadas el ESP contribuye a evitar accidentes en caso de que el conductor olvide por un momento que está sentado en un minimonovolumen y no en un deportivo. Esto es algo que puede pasar, ya que el B-Max ofrece la agilidad típica de cualquier Ford, por lo que permite trazar curvas con máxima precisión sin resultar demasiado rígido. La estabilidad direccional en autopista también convence y con un radio de giro de 10,45 metros, este modelo familiar fabricado en Rumanía resulta suficientemente manejable para la ciudad.

Tal y como ya hemos mencionado anteriormente, los motores gasolina y diésel de menor potencia solo están disponibles en versión básica por 15.950 y 17.250 euros respectivamente. Aquellos que se decanten por el nuevo tres cilindros –cuyo porcentaje ascenderá con toda probabilidad al 65% de las 22.000 unidades que se prevé se vendan en 2013–, deberán invertir al menos 17.350 euros en el caso de la versión de 100 y 18.350 euros en la versión de 120 CV. El Ford B-Max 1.6 automático arranca en los 18.500 euros, mientras que el diésel más potente –que junto con el diésel de menor potencia representará tan solo el 10% de las ventas– estará disponible a partir de 18.750 euros.

Para todas las variantes, a excepción de ambos modelos básicos, resulta recomendable encargar el paquete Cool&Sound con radio CD, Sync y aire acondicionado (a partir de 1.550 euros). Además, el futuro comprador también debería plantearse invertir 650 euros en el paquete confort que incluye sensores de aparcamiento en la parte trasera, el sistema «Active City Stop» y el parabrisas calefactable típico de Ford. A partir de 600 euros podrá contar también con llantas de aluminio y por otros 650 euros podría incluso disfrutar del techo panorámico.

Conclusión

Sin lugar a dudas, el B-Max presenta un aspecto imponente con todas las puertas abiertas y su metro y medio de abertura de acceso expuesto. Este gran hueco resulta especialmente útil para aquellas personas que tengan que hacer algo en la parte trasera, ya sea ajustar el cinturón de los niños o cargar algún bulto. Con el asiento del copiloto abatible y el banco trasero plegable el Ford se convierte en una práctica opción de transporte, a pesar de que el volumen de su maletero es algo inferior al de sus competidores.

Como inferior es también el consumo del nuevo tres cilindros, que con una cifra homologada de 4,9 litros de gasolina convierte al B-Max en el minimonovolumen más eficiente del mercado en la actualidad, y eso sin prescindir de un cierto placer de conducción. Este motor 1.0 de régimen elevado pone rápidamente al Ford en marcha y, además, su acústica es sorprendentemente buena. La oferta se completa con un tren de rodaje ágil y numerosas opciones de equipamiento que normalmente suelen estar reservadas a categorías más elevadas.

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