Nostalgia, modernidad, estilo y placer de conducción se combinan con maestría en este “pequeñín”, a lo que hay que sumar el glamour extra de poder circular descapotados... Tal y como hiciera VW con el New Beetle o BMW con el Mini, Fiat apostó con su nuevo 500 por la reedición en clave moderna y elitista de un icono inmortal de la marca. El renacimiento de un indiscutible coche de culto ha sido todo un bombazo comercial para el grupo italiano; con sólo 21 meses en el mercado, ya han salido de la fábrica polaca de Tychy nada más y nada menos que 500.000 unidades rumbo a los más de 83 países en los que se vende.
Y ahora le toca el turno a la versión convertible. A finales de la década de 1950 se lanzó al mercado el 500 con capota de lona “enrollable”… 53 años después Fiat vuelve a utilizar la misma fórmula, manteniendo intacto el espíritu de aquel automóvil que supuso toda una revolución en la época. De esta forma, se penetra de lleno en el lado emocional del comprador que asocia inmediatamente el nuevo modelo a una especie de clásico que no pasará fácilmente de moda.
Así pues, aunque Fiat ya ha superado todas sus expectativas y previsiones de ventas con el 500, con la variante convertible a buen seguro atraerán a nuevos clientes, impulsando aún más esta tendencia al alza de las ventas en una época en la que vender coches nuevos es prácticamente cada día un pequeño milagro. No estamos ante una versión barata ni mucho menos (a partir de 14.000 €) pero ha quedado claro que en un Fiat 500 el precio parece no importar tanto como el factor emocional. Y las emociones que despierta el 500 convertible son aún mayores.
A imagen y semejanza
Como decíamos, a los nostálgicos el nuevo 500 les traerá recuerdos de su antecesor, porque en Fiat se han preocupado en diseñarlo a imagen y semejanza del 500 original. Es decir, que el italiano no es un cabrio clásico, sino que, al igual que su antepasado, está dotado de una capota de lona plegable que se puede abrir en toda la longitud del techo del vehículo. Como es de esperar, a las nuevas generaciones esta técnica les resultará desconocida, aunque también ellos quedarán cautivados por el 500C, con su aspecto retro y juvenil, idéntico al del 500: pequeño, redondeado y con grandes “ojos” como de manga japonés, que rezuman estilo por los cuatro costados.
Antaño eran los pasajeros los que debían enrollar a mano la tela y sujetarla con correas de cuero; hoy este proceso está totalmente automatizado y se realiza pulsando un botón del interior (también se puede realizar esta operación desde fuera, a través del mando de la llave). En la primera fase, el techo se abre más o menos hasta el montante C, aunque la apertura se puede detener también antes. La luneta trasera permanece inmóvil y tampoco varía la visibilidad hacia atrás.
Si volvemos a pulsar el botón, se completará el proceso. Esta luneta se pliega en posición horizontal y la capota queda recogida sobre ella; la apertura se puede realizar en marcha hasta un máximo de 60 km/h. La tercera luz de freno integrada en el techo permanece visible en todo momento, aunque en este caso la visibilidad trasera sí se ve algo perjudicada, especialmente cuando intentamos mirar por encima del hombro a través de las pequeñas ventanillas traseras.
Bien pensado
Sin embargo y aunque en principio lo lógico sería pensar lo contrario, la capacidad del maletero permanece prácticamente inalterada. El convertible tiene sólo tres litros menos de maletero (182) que la versión cerrada, volumen que no disminuye al cerrar el techo. Además se pueden abatir los asientos traseros y aumentar así la capacidad hasta 520 litros. Algo que a buen seguro realizaremos muy a menudo, ya que poca gente querrá sentarse atrás, debido a la estrechez de espacio (la anchura y el sitio para las piernas es insuficiente no así la altura, donde personas de hasta 1,80 m no llegan a rozar con el techo) y la dificultad de acceso.
Por lo demás, pocas novedades. El diseño de la carrocería, su silueta, los rasgos típicos, los interiores... todo es prácticamente idéntico a lo visto en el 500 “cerrado”. Eso sí, el universo de personalización que ofrece esta versión es todavía más grande. Según los italianos, si en el “Cinquecento” las posibilidades se cifran en más de 500.000 combinaciones posibles, en el convertible la cifra aumenta hasta el millón. Los tres colores de la capota se pueden combinar con hasta once de la carrocería (hay dos colores nuevos), además de un sinfín de pegatinas para decorar el exterior y diferentes accesorios para el interior.
Hasta nueve diseños de llantas (de los cuales dos son novedad), infinidad de carcasas para llaves incluida una acabada con cristales de Swarovski, un bolso de mano, o una pizarra incorporada en el salpicadero en la que podemos anotar y borrar todo lo que queramos cual niño con rotulador en la mano, son las novedades más importantes que encontramos en una lista prácticamente interminable de opciones con la que podremos conseguir que prácticamente no existan dos 500C iguales.
Gama de motores
El Fiat 500C puede equiparse con cuatro motorizaciones, dos gasolina y dos turbodiésel, con potencias comprendidas entre los 69 y los 100 CV. En el primer apartado encontramos un 1.2 de 69 CV (con 8 válvulas) y el más potente de la gama, un 1.4 16V de 100 CV, el único asociado de seria a un cambio manual de 6 relaciones (de 5 marchas en el resto). Las mecánicas de gasóleo son el 1.3 Multijet 16V de 75 CV y, la gran novedad, un 1.3 Multijet II de 95 CV (sólo 3,9 litros de media), la única con el sistema Start&Stop de serie. Para los motores de gasolina, el dispositivo de arranque y parada automáticos del motor tiene un sobrecoste de 310 € y 322, 69 € respectivamente. A su vez, estas son las únicas variantes que pueden equipar opcionalmente una transmisión automática “Dualogic” de 5 velocidades (900 € en el caso de la mecánica de 69 CV y 936,85 € en el caso de la de 100). En el último trimestre del año se sumará a la gama el innovador motor TwinAir bicilíndrico.
Datos técnicos
Marca y modelo | Fiat 500C | Fiat 500C | Fiat 500C | Fiat 500C | ||||
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Acabado | Pop // Lounge (1.2 69 CV) | Pop // Lounge (1.3 Multijet 75 CV) | Lounge (1.4 100 CV) | Lounge (1.3 Multijet II 95 CV) | ||||
Especificaciones | ||||||||
Longitud/anchura/altura (mm) | 3.546 / 1.627 / 1.488 | 3.546 / 1.627 / 1.488 | 3.546 / 1.627 / 1.488 | 3.546 / 1.627 / 1.488 | ||||
Distancia entre ejes (mm) | 2.300 | 2.300 | 2.300 | 2.300 | ||||
Diámetro de giro (m) | ||||||||
Peso (kg) | 905 | 1.020 | 970 | 1.020 | ||||
Volumen del maletero (l) | 182 / 520 | 182 / 520 | 182 / 520 | 182 / 520 | ||||
Neumáticos | 175/65 R14 // 185/55 R 15 | 175/65 R14 // 185/55 R 15 | 185/55 R 15 | 185/55 R 15 | ||||
Motor | ||||||||
Cilindrada (cc) | 1.242 | 1.248 | 1.368 | |||||
Potencia (cv) | 69 | 75 | 100 | 95 | ||||
Par máximo (Nm/rpm) | 102 / 3.000 | 145 / 1.500 | 131 / 4.250 | 200 / 1.500 | ||||
Tracción | Delantera | Delantera | Delantera | Delantera | ||||
Transmisión | Manual 5 velocidades | Manual 5 velocidades | Manual 6 velocidades | Manual 5 velocidades | ||||
Consumo | ||||||||
Combustible | Gasolina | Gasóleo | Gasolina | Gasóleo | ||||
Urbano/Carretera/Combinado (l/100km) | 6,4 / 4,3 / 5,1 | 5,3 / 3,6 / 4,2 | 7,7 / 5,1 / 6,1 | 5 / 3,3 / 3,9 | ||||
Emisiones CO2 (gr/km) | 119 | 110 | 140 | 104 | ||||
Consumo durante test (l/100km) | N.D. | N.D. | N.D. | N.D. | ||||
Características | ||||||||
Aceleración 0-100 km/h (s) | 13,4 | 13 | 11 | 11 | ||||
Recuperación 80-100 km/h (s) en 4ª | N.D. | N.D. | N.D. | N.D. | ||||
Capacidad depósito (l) | 35 | 35 | 35 | 35 | ||||
Velocidad máxima | 160 | 165 | 182 | 180 | ||||
Precio (sin extras) | ||||||||
Euros | 14.000 // 16.000 | 16.000 // 18.000 | 18.000 | 19.000 | ||||
Equipamiento extra | ||||||||
Más datosMenos datos |
Durante la presentación, donde por cierto, chapeau para Fiat porque supo ambientar y recrear de manera formidable toda la historia que lleva a sus espaldas un modelo tan especial como este, tuve la ocasión de conducir en profundidad la variante de gasolina más potente asociada al cambio Dualogic. Este motor ya es de sobra conocido, así que me centré en analizar aspectos como la insonorización, el funcionamiento del cambio (que aún no había tenido la ocasión de probar en el 500) o el comportamiento del vehículo en general. Hay que decir que otra de las novedades más importantes en el 500 C es el cambio en la suspensión trasera, merced a la incorporación de una barra estabilizadora que ya montaba el Abarth 500 (más…).
Sin duda, el 500C es un coche muy divertido de conducir con el que se puede disfrutar al volante. No está al nivel de un Mini en lo que a dinamismo se refiere, pero su agilidad y su viveza de reacciones permiten rodar a un ritmo elevado con seguridad. Eso sí, a cambio de una suspensión que resulta algo incómoda y dura. Las espectaculares y reviradas carreteras de la localidad gerundense de Tossa fueron testigos de ello y les aseguro que pasamos un rato muy divertido. Ahora bien, como suele ser habitual en los vehículos de serie, los frenos acusaron el cansancio antes de lo esperado. El cambio Dualogic, por su parte, es muy brusco, sobre todo si no levantamos el pie del acelerador en las transiciones a una marcha superior.
En cuanto al aislamiento acústico, quedé algo decepcionado. No se puede decir que la insonorización sea mala, pero sí creo que se percibe con mucha más claridad que en otros modelos con techo de lona el ruido procedente del exterior. Por su parte, descapotados, incluso con el deflector opcional, se generaban molestas corrientes de aire (también es cierto que había fuertes rachas de viento aquel día). En otro orden de cosas, apenas rodé 20 km con el motor diésel de 95 CV, pero las sensaciones iniciales que me dejó fueron muy positivas, sobre todo porque tiene una respuesta al acelerador mucho más contundente de lo que me esperaba.
2 acabados
El 500C se comercializa con dos niveles de equipamiento denominados Pop y Lounge. El primero incluye 7 airbags, ABS+ EBD, radio CD con mp3, luces diurnas, ordenador de viaje y cierre con mando remoto como elementos más destacables. La segunda terminación añade entre otros, las llantas de aleación de 15 pulgadas, los faros antiniebla, el volante multifunción forrado en cuero, el aire acondicionado y el sensor de aparcamiento trasero.
El acabado más alto ya se asocia directamente junto con los motores diésel y gasolina más potentes. Lo más criticable es que sólo se incluye el ESP de serie con la mecánica de gasolina de 100 CV. Para contar con él en el resto de versiones hay que desembolsar 475 €. Objetivamente, el precio extra que supone la versión descapotable parece algo excesivo. La casa italiana cobra caro (2.700 € más respecto al 500 con carrocería “cerrada”) por sentir el placer del viento sobre la piel, aunque realmente no vayamos sentados “al aire” como tal. Al fin y al cabo, los arcos permanecen intactos y en su sitio. Esto implica que no es necesario un mecanismo excesivamente complicado y que tampoco ha habido que realizar grandes esfuerzos técnicos en materia de seguridad.
Sin embargo, como ya hemos dicho antes, el comprador del 500 no mira tanto por el dinero. Ya con el 500 está adquiriendo un objeto de culto, y comprarlo con capota plegable es ponerle la guinda al pastel. Fiat ha sabido resucitar al antepasado con gran fidelidad en los detalles, y el hecho de ser descapotable añade un indiscutible plus de emocionalidad. No hay “escapatoria” posible; los nostálgicos lo amarán de nuevo y los jóvenes sentirán un flechazo muy difícil de superar. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta lo más mínimo un Fiat 500? Yo, de momento, no he encontrado a alguien que me diga lo contrario…