Si el objetivo es catapultar 2,3 toneladas de peso en tan solo 4,2 segundos hasta los 100 kilómetros por hora se necesitan dos cosas: potencia y par motor. En el caso del Continental GT Speed sus 625 CV y 800 Nm se encargan de hundir a los pasajeros de forma vehemente en sus asientos al pisar el pedal del acelerador y de que no vuelvan a su posición inicial hasta que la propulsión haya llegado a su tope máximo, los 330 km/h. Nunca antes un Bentley de serie había sido tan rápido.
Fuerza y consumo
Los 50 CV y 100 Nm que el Speed tiene de más en comparación con el Continental V12 normal corren por cuenta de los dos turbocompresores, los cuales comprimen el aire en los cilindros a una presión 0,3 bares superior (en total 1,95 bares). El hecho de que de esta forma el combustible fluye a raudales en las cámaras de combustión es algo que uno simplemente debe asumir. Máxime cuando parece evidente que nadie que se gaste al menos 204.561 euros en un coche intentará en serio mantener el consumo homologado de 14,5 litros a los 100 kilómetros.
Sin embargo, esta cifra podría ser viable puesto que el W12, si bien arranca con un sonoro estrépito, también domina las tonalidades más suaves. Acariciar suavemente el acelerador basta para poner lentamente en movimiento a este coupé que de esta forma tan solo resuella de forma silenciosa. Sin embargo, un breve movimiento del pie derecho resulta suficiente para despertar a la bestia que lleva dentro y para que el aire que sale a borbotones del sistema de escape levante las hojas de otoño dispersas por el suelo detrás del coche. Por algún lado han de escapar los hasta 1.000 litros de aire que atraviesan la parrilla al circular a máxima velocidad.
Se pega a la calzada
Gracias a su tracción integral este Continental es capaz de manipular a su favor las leyes de la física. El nuevo modelo británico traza las curvas más cerradas a una velocidad pasmosa, casi como si de vez en cuando olvidara cuánto pesa. Sus cuatro ruedas se agarran al asfalto como tacos de expansión a una pared y casi con cierta indignación se desvía ligeramente del radio de la curva que le dicta una dirección extraordinariamente precisa. A partir de los 145 km/h su spoiler trasero retráctil mejora en gran medida la estabilidad y la suspensión neumática –que en situación normal está más orientada al confort– permite al Continental rebajar un poco más su altura al rodar a gran velocidad.
Sin embargo, no solo el motor y el chasis han de demostrar sus elevadas prestaciones, sino que sus frenos también deben realizar un buen trabajo. Cuando se trata de detener a este Bentley partiendo de su máxima velocidad, entonces sus discos de freno cerámicos de carbono de 42 cm de diámetro situados detrás de unas llantas de 21 pulgadas convierten 10 megajulios de energía en calor –la misma energía que consume un hogar medio de cuatro personas en seis horas. Llegados a este punto quizá sería el momento de que en Crewe comiencen a pensar en un sistema de recuperación de la energía. Sin embargo, por el momento el W12 puede prescindir tranquilamente tanto de él como de cualquier otro accesorio como un sistema automático de parada y arranque o la desconexión de cilindros.
Conclusión
De donde no hay no se puede sacar. El que desee desplazar un gran coupé con la masa de un todoterreno igual de rápido que un deportivo ligero necesita potencia. Y eso es precisamente lo que ha hecho Bentley, dotar a la versión Speed de suficiente fuerza como para poder lograr este objetivo. El resultado de las medidas adoptadas es un tiempo de aceleración de 4,2 segundos y un velocidad punta de 330 km/h.
Sin embargo, más fascinante aún que el rendimiento es el comportamiento que muestra este Bentley. El Continental GT Speed no es solo un trazador de curvas de pura raza, sino también un cómodo planeador en carretera. Y, además, cuenta con su propia orquesta a bordo para la que la versión cabrio –cuyo lanzamiento está previsto para fechas próximas– proporcionará un mejor escenario.