Era cuestión de tiempo que el Skoda Fabia acabara por adquirir el mismo motor gasolina de baja cilindrada que ya montan sus primos-hermanos Volkswagen Polo, SEAT Ibiza y Audi A1. Nos referimos al bloque tricilíndrico sobrealimentado por turbocompresor, de 1.0 litros de cilindrada, comercialmente conocido como 1.0 TSI, y que está disponible con dos escalones de potencia: 95 y 110 CV. Un motor que la firma checa ya emplea, desde hace varios meses, en el Octavia y que ahora pasa a estar disponible tanto en el Fabia de cinco puertas como en el familiar o Combi.
Mejor en todo
Este 1.0 TSI se encarga de sustituir al actual 1.2 TSI de cuatro cilindros, el cual, estaba disponible con 90 y 110 CV. Ahí es donde encontramos la primera diferencia, en su potencia, dada la ganancia de 5 CV en el escalón de acceso. Pero las mejoras van mucho más allá.
El primer de ellos se combina con una caja de cambios manual de cinco relaciones, con la que tarda 10,6 segundos en acelerar de 0 a 100 km/h, alcanzando una velocidad máxima de 186 km/h, es decir, que gana tres décimas en la aceleración y 3 km/h en la punta. Por su parte, el consumo en ambas versiones es ligeramente inferior. En el caso del de 95 CV, el gasto medio cifrado es de solo 4,3 l/100 km, mientras que en el más potente, en combinación con una caja manual de seis marchas, asciende hasta los 4,4 litros. A efectos prácticos, implica una reducción de 0,3 litros frente al 1.2 TSI.
Parte de esta eficiencia se logra, primero rebajando el peso del bloque en 10 kilos, y segundo, utilizando una bomba de aceite de caudal regulable, que ajusta su presión para adaptarse en todo momento a la carga del motor, y a detalles como la integración del intercooler del sistema turbo en la propia toma de admisión, lo que facilita en incremento de la presión, hasta los 250 bares, de forma más instantánea.