La ofensiva de Opel en el Salón de Fráncfort, que se celebra entre el 12 y el 24 de septiembre, no solo se ha ceñido a la aparición de nuevos modelos, sino que la marca alemana, recientemente adquirida por el Grupo PSA Peugeot-Citroën también ha reservado un lugar especial para los motores.
En esta ocasión, el protagonismo recae sobre el nuevo bloque diésel biturbo de 2.0 litros de cilindrada. Un motor que se situará en lo alto de la gama del nuevo Insignia, independientemente de su carrocería: Grand Sport (berlina), Sport Tourer (familiar) y Country Tourer (crossover).
Entrega 210 CV de potencia y un par máximo de 480 Nm, que se encuentran disponibles a partir de las 1.500 vueltas gracias a las dos fases de actuación de los turbocompesores, pues uno funciona a bajo régimen y el otro a alto. Cuenta con una Reducción Selectiva de Catalización (SCR), tecnología de post-tratamiento de escape con inyección de AdBlue, que elimina el óxido de nitrógeno y filtro de partículas diésel, que ahora se encuentra en las inmediaciones del motor, se calienta más rápidamente después de un arranque en frío y permanece caliente para filtrar las partículas de hollín de forma fiable.
De esta forma, el 2.0 Bi-Turbo es capaz de cumplir con la nueva normativa de emisiones Euro 6.2, que entrará en vigor en otoño del año que viene, al tiempo que se introduce de lleno en el ciclo de medición homologada WLTP, en el que el consumo medio registrado ha oscilado entre los 7,5 y los 8 l/100 km. Por su parte, el dato homologado por el NEDC y que actualmente prevalece, es el de 6,9 l/100 km. Por último, no hay que olvidar las prestaciones del propulsor, permitiendo al Insignia Grand Sport acelerar de 0 a 100 km/h en 7,9 segundos, alcanzando una punta de 230 km/h.
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