Tras el Mokka X y el Crossland X, Opel concluye su ofensiva SUV con el que será su vehículo más grande: el Grandland X. Un modelo que toma como base al actual Peugeot 3008 pues ambos no solo comparten plataforma, sino que el modelo alemán saldrá directamente de una de las fábricas que PSA tiene instaladas en Francia. Y es que por si no te habías enterado ya, hace menos de dos meses, la firma del rayo pasó a ser propiedad del grupo galo.
Pero centrémonos en el coche, que es el que nos interesa. Aunque mantiene la misma distancia entre ejes que su primo-hermano, 2,68 metros, el Grandland X es 3 centímetros más largo y 2 más alto, llegando así a los 4,48 y 1,64 metros, respectivamente. Por su parte, la anchura es idéntica a la del 3008, con 1,84 metros. Unas dimensiones que le colocarán, directamente, en el centro del segmento SUV, el cual cada vez cuenta con más seguidores y representantes.
Arte escultural
Estéticamente, el nuevo todocamino de Opel mantiene las señas de identidad de los últimos modelos de la marca, tales como el Insignia Grand Sport o el Astra. En este sentido, destacan los faros delanteros, delgados y con la nueva firma de iluminación diurna LED, tecnología que también se aplica a los faros convencionales y a los traseros. Una nota llamativa del exterior será la posibilidad de adquirir una carrocería bicolor, tal y como ya ocurre en el 3008, dividiendo entre el techo y el resto del conjunto. Además, como buen modelo campero, presentará unas protecciones de plástico negro a lo largo de todo el perímetro, recubriendo la parte inferior de los laterales y los pasos de rueda. Según la marca, la idea es transmitir “el arte escultural unido a la precisión alemana”.
En cuanto al interior, las diferencias son más importantes si cabe frente al modelo galo. Como era obvio, no hay ni rastro del i-cockpit de Peugeot por lo que el Grandland X ofrece un salpicadero muy similar al del nuevo Insigina. Eso sí, a diferencia de la berlina, el SUV no incorporará, al menos de momento, el cuadro de instrumentos digital. Con lo que sí contará será con la pantalla táctil de 8 pulgadas que presidirá la consola central y que, previsiblemente, estará disponible en los acabados más altos. Si hablamos de confort o de equipamiento, no faltarán los asientos ergonómicos certificados por AGR, sistema Opel OnStar, asientos delanteros y traseros calefactables, portón trasero eléctrico así como un amplio elenco de asistentes a la conducción -control de crucero adaptativo con detector de peatones, frenada emergencia, alerta por cansancio…-.
En lo que a habitabilidad se refiere, los 2,68 metros de distancia entre ejes antes comentados le brindarán un espacio interior muy elevado, el cual se complementa con un maletero de 514 litros -6 menos que el 3008- ampliables hasta los 1.652 si abatimos la segunda fila.
Sin tracción total
Bajo el capó, de momento no hay confirmación oficial, pero al derivar directamente del Peugeot 3008, todo hace indicar que compartirán bloques tanto diésel como de gasolina, con cilindradas que oscilarán entre los 1.6 y los 2.0 litros y con potencias que irán de los 120 a los 180 CV. Sin embargo, todavía habrá que esperar hasta el Salón de Fráncfort para conocer su entramado mecánico.
Lo que sí se ha desvelado es que no ofrecerá variantes con tracción integral. En su defecto, el Grandland X propone un control electrónico de tracción, el conocido Grip Control de Peugeot, que cuenta con cinco modos de conducción y que se combina con unos neumáticos mixtos M+S para mejorar el agarre sobre superficies complicadas.