El propulsor de este Defender entrega una potencia de 70 kW (94 CV) y un par motor de 330 Nm. La batería de iones de litio de 300 voltios tiene una capacidad de 27 kWh, se aloja en el hueco dejado por el motor diésel y pesa 400 kg -el Defender eléctrico pesa 100 kg más que un Defender 110 básico-. Por otro lado, al sustituirse la refrigeración líquida por una refrigeración por aire, se ahorra el peso de algunos elementos que dejan de ser necesarios.
La autonomía de la batería es de 80 kilómetros, pero puede llegar a durar hasta ocho horas si estamos realizando una conducción off road y, por lo tanto, estamos rodando a baja velocidad. Si se usa un cargador de 7 kW, puede cargarse en cuatro horas y, si se recurre al cargador portátil de 3 kW, tardará diez horas en completarse. El tren de potencia sigue contando con tracción total y bloqueo del diferencial pero, dado que el Defender Eléctrico entrega todo el par desde el primer instante, no hay caja de cambios y la transmisión sólo tiene una relación. El sistema de frenada regenerativa es capaz de generar hasta 30 kW de electricidad al descender por pendientes. Land Rover estima que es posible recuperar hasta el 80 % de la energía cinética, que de otro modo quedaría desperdiciada.
El Equipo de Ingeniería Avanzada de Land Rover sometieron al prototipo Leopard 1 -precursor de este Defender Eléctrico- a pruebas como tirar de un remolque por una pendiente con un 13 % de desnivel, o vadear por lugares en los que el agua alcanzaba los 80 cm de profundidad.
Land Rover asegura que encontrará una utilidad para las siete unidades del Defender Eléctrico, pero que éste no llegará a producirse en serie.