Tras varios días de rumores, secretos y elucubraciones, Lamborghini ha desvelado en el Salón de Ginebra su última y sorprendente creación, el Aventador J. Se trata de un roadster basado en el Aventador LP-700 4 al cual le han despojado de su techo y le han practicado una serie de mejoras para convertirlo en una radical máquina de competición. La parte mala es que los planes de Lamborghini sólo pasan por fabricar una unidad y que ya ha sido vendida por casi 3 millones de euros. Increíble para ser un coche, pero muy normal para ser Lamborghini.
El hecho de que Lamborghini haya utilizado una letra para denominar a este descapotable responde a motivos históricos y también para dar a entender cuáles son las intenciones que buscan con él. La letra “J” se refiere a una sección del reglamento que utiliza la FIA para regular algunas competiciones, y además, es un claro homenaje al “Jota” de 1970, un Miura único con una serie de mejoras técnicas y estéticas que sentó un precedente en las performances de la marca.
Los mismos 700 cv
Básicamente, el J no ha cambiado la forma de conducir un Aventador, pero probablemente sí ha mejorado la forma de sentirlo.
Este biplaza sigue entregando los mismos 700 cv procedentes del motor 6.5 de doce cilindros, que van a parar a las cuatro ruedas de forma permanente a través de la rapidísima caja automática ISR. Hasta aquí, todo igual. Sin embargo, en el Aventador J hay diferencias sustanciales en la carrocería, tales como la ausencia total de techo, la sustitución del parabrisas por dos pequeños deflectores, el retrovisor de tipo periscopio y la inclusión de barras antivuelco tras los dos asientos bacquet construidos en fibra de carbono. Además, se han eliminado equipamientos innecesarios como el aire acondicionado o el sistema de navegación para rebajar el peso hasta los 1.575 kilos y compensar el aumento en la rigidez de la carrocería.
2,9 segundos
Las prestaciones anunciadas desde Sant´Agata Bolgnese vienen acompañadas de una recomendación dirigida a su propietario: utilizar la protección adecuada para conducir el Aventador J. Y es que sin parabrisas y sin un simple techo de lona, circular a una velocidad punta de 300 km/h puede resultar realmente peligroso. Son 50 kilómetros por hora menos de los que puede alcanzar el Aventador coupé, pero las sensaciones al volante serán sin duda mucho mayores. En cuanto a aceleración, el J es capaz de rebajar la barrera de los tres segundos, firmando un cero a cien de 2,9 segundos.
Por último, la aerodinámica también ha sido mejorada en el Aventador J (11 cm más largo que el coupé), y para ello se ha modificado el paragolpes delantero, se ha colocado un alerón trasero de grandes dimensiones y se han utilizado unas llantas de 20 y 21 pulgadas con deflectores que ayudan a canalizar el flujo de aire.
