La entrada en vigor de una norma Euro7 en 2026 demasiado severa podría ser contraproducente en la situación económica y geopolítica actual. La tecnología necesaria para cumplir con una Euro7 muy restrictiva encarecería demasiado los vehículos en un momento económico delicado, lo que haría poco eficaz la medida al impedir que muchos usuarios decidan cambiar sus coches más contaminantes por los nuevos, demasiado caros.
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Por otro lado, la Comisión Europea reconoce que no tiene demasiado sentido forzar a la industria a invertir miles de millones de euros en una tecnología que resultará inútil en pocos años, al estar ya cerca la prohibición de la venta de vehículos con motores de combustión, fijada para 2035.
De este modo, además, los fabricantes de automóviles pueden destinar parte del esfuerzo económico necesario para cumplir con una Euro7 muy severa en el desarrollo de vehículos sin emisiones, de hidrógeno o de baterías.
No todos están de acuerdo en rebajar la severidad de la Euro7
Aunque la industria ve con buenos ojos la posibilidad de rebajar las restricciones previstas para la Euro7 que entrará en vigor en 2026, no todos los interlocutores están a favor.
Como es lógico, los fabricantes de vehículos eléctricos y también las organizaciones ecologistas y de salud ven que este posible paso atrás de nuevo beneficia a la industria en detrimento de la salud de los ciudadanos y del planeta en general.
Las dudas se disiparán el próximo 9 de noviembre, cuando se haga pública la redacción definitiva de las normas que establecerán los nuevos límites en las emisiones de los vehículos que se homologuen a partir de 2026.
La nueva norma Euro7 será la última que tenga que legislar sobre unas emisiones que en 2035 dejarán de existir al entrar en vigor la prohibición de la venta en Europa de vehículos con motores de combustión que emitan gases contaminantes.