Lo que se olvida a menudo es la importancia de seguir practicando después de haber obtenido el permiso de conducción: no siempre se frena de la misma manera, no todas las motos reaccionan igual, y muchas son las malas prácticas que adquirimos con el tiempo. Un breve repaso a algunos aspectos clave que nunca debemos olvidar creemos que pueden ser de gran ayuda. La moto
No todas las motos frenan igual de bien, eso lo sabemos todos. Lejos de hacer comparaciones entre tipos de pastillas, pinzas o discos, creemos que vale más la pena recordar cuáles son los factores físicos que más influyen en la frenada. No es lo mismo frenar un maxiscooter de grandes dimensiones con ruedas pequeñas que un scooter ligero y de rueda alta. Es decir, que el peso de la moto o del scooter, el diámetro y el grosor de las ruedas, el estado de los neumáticos, el ABS, la velocidad, el circular solos o acompañados, y por supuesto el óptimo estado de todos los componentes, son algunos elementos clave que nos afectan, y mucho, a la hora de frenar.
Las condiciones del terreno
De la misma manera que no todas las motos son iguales a la hora de frenar, tampoco lo es el agarre del suelo. Las mejores condiciones para frenar son sobre asfalto seco y rugoso, sin baches ni suciedad. Pero encontrarte estas óptimas condiciones en el día a día fuera de los circuitos es muy poco común, de hecho es más bien una bendición.
En ciudad, por ejemplo, son muy comunes las señales pintadas en el suelo, las tapas de las alcantarillas, las zonas adoquinadas, el pavimento deslizante en las zonas peatonales y el polvo y la suciedad cerca de las obras. Del mismo modo, en la carretera hay que prestar especial atención a las hojas de los árboles, a las piedras, y en muchísimas ocasiones a la suciedad que dejan tras de sí los tractores al salir del camino de tierra. Cada uno de estos elementos puede jugarnos una mala pasada cuando frenamos, por lo que siempre debemos prestarles mucha atención.
Ahora bien, en todos los casos mencionados las condiciones empeoran cuando aparece la lluvia, ya que con ella la distancia necesaria para frenar aumenta considerablemente. Cabe tener en cuenta, además, que el peor momento llega con las primeras gotas, pues son las que se llevan consigo el polvo y la suciedad acumulada. En tales circunstancias el período de anticipación será mucho mayor, así como la suavidad de todas nuestras acciones, especialmente cuando ejercemos presión sobre la maneta.
Frenada convencional
Entendemos por frenada convencional la que ponemos en práctica normalmente antes de entrar en una curva o antes de detenernos en un semáforo. En ambos casos, lo principal es mantener un reparto de pesos equilibrado entre la rueda delantera y la trasera. Para ello es importante trabajar con ambos frenos y ejercer sobre cada uno la presión correcta durante todo el proceso. En este sentido, como el freno delantero es el que más hacemos trabajar, no son pocos los conductores con cierta experiencia que renuncian al trasero y le confían todo el trabajo al delantero, siempre mucho más potente.
Sea como sea, lo ideal es iniciar la frenada ejerciendo cierta presión en el trasero, pero sin pasarse. De este modo la moto se hunde ligeramente y se aposenta en el asfalto sin llegar a derrapar. Acto seguido es cuando debemos empezar a presionar la maneta del freno delantero. Por lo contrario, si empezamos a frenar únicamente con el delantero, la moto se hunde demasiado de delante y las horquillas tienen que soportar todo el peso, y eso, por lo general, no es bueno. Otras ayudas siempre bienvenidas son el freno motor, que actúa cuando reducimos las marchas, o la posición erguida del cuerpo. En todos los casos la moto debe estar recta.
Frenadas de emergencia
No nos cansamos de insistir en las bondades de los sistemas de ayuda a la frenada. Hoy en día casi todas las motos están disponibles con ABS, y aunque el precio suba un poco, vale mucho la pena hacer el esfuerzo. De todas maneras es un sistema de ayuda a la frenada, no un sistema de frenada en sí. Es decir, que sólo debería actuar cuando la situación realmente lo requiere, y no debemos confiar en él constantemente.
Pero por muchas precauciones que se tomen, las situaciones de peligro siempre pueden aparecer. En la ciudad, si tuviéramos que hacer una frenada repentina, también haríamos bien en inspeccionar los retrovisores y comprobar que quien nos sigue tiene tiempo de esquivarnos o de frenar. Asimismo, en ausencia de ABS, si notamos que alguna de las ruedas pierde adherencia debemos aminorar la presión sobre la maneta para recuperar la tracción, y justo después volver a frenar.
En otras situaciones aún más complicadas, esas en las que todo sucede tan deprisa que parece que no tenemos tiempo a nada, siempre hay algo que se puede hacer para evitar la caída o el choque. Cómo reaccionar en situaciones tan extremas suele aprenderse con la experiencia, pues mejora la confianza en nosotros mismos, pero así y todo es muy recomendable tener ciertos conocimientos al respecto. A modo de ejemplo, cuando es evidente que no hay tiempo ni espacio para frenar, es importante buscar con la mirada esa pequeña vía de escape, es decir, dirigir la vista hacia esa dirección donde pueda encontrarse nuestra salvación. Parece mentira, pero lo cierto es que la moto tiende mucho a pasar por donde miramos, y resulta casi incomprensible como de este modo tan reflejo e intuitivo podemos ahorrarnos algún que otro dolor de cabeza.
En otros casos extremos, aunque esta práctica ya requiere la presencia de un monitor especializado que nos observe y mucha práctica en un circuito habilitado, la técnica que puede ayudarnos es la del invertido. Esta consiste en cargar todo el peso de la frenada en la rueda delantera al tiempo que adelantamos el cuerpo, levantamos bien los hombros, y mantenemos la calma por mucho que la rueda trasera parezca levantarse demasiado. Es sorprendente el poco espacio que se necesita para hacer una frenada de emergencia empleando esta compleja técnica. Ni que decir tiene que única y exclusivamente debe usarse si sabemos llevarla a cabo, la situación lo requiere y la moto lo permite, nunca como algo habitual, pues lo más probable es que nos acaben multando por conducción temeraria. Claro que, por muy expertos que seamos, raro será que lo consigamos realizar con éxito sobre suelo mojado... mejor ni probarlo.