En 2011 la firma sueca comenzó su andadura hacia la electrificación y cerca de 10 años después está a punto de conseguir el objetivo marcado por entonces. Tener, para 2020, el 20% de la gama electrificada y para 2025 la gama con la mitad de coches 100% eléctricos.
Esta micro hibridación se asocia tanto a mecánicas diésel como gasolina. Se sustituye la “D” o la “T” por una “B”, de Battery. El motor se complementa con uno eléctrico que monta una batería de 48 V. Este motor cuenta con un avanzado sistema de recuperación de la energía en fases de frenado para cargar la batería. Como todas las versiones Mild Hybrid conocidas, el objetivo no es mover el coche sino descargar el trabajo del motor de combustión.
El B4, solo en diésel y para el XC60, combina un motor 2.0 de 197 CV con el eléctrico de 10 kW. Siempre asociados a tracción total y caja automática de 8 relaciones. El B5 (D) lo protagoniza el diésel 2.0 de 235 CV y el B5 (G) cuenta con el motor gasolina 2.0 de 250 CV ambos disponibles tanto en el C-SUV como en el buque insignia, el XC90. En el caso del XC60 estas versiones “B” vienen a convivir con los diésel y gasolina mientras que en el XC90 directamente lo sustituyen.
Además de esta novedad mecánica ya comentada, Volvo también ha optimizado sus versiones PHEV. El T8 Twin Engine, disponible en los S60, XC60 y XC90, han aumentado su potencia hasta los 420 CV además de mejorar la autonomía eléctrica en un 15%. El T6 Twin Engine, disponible en el V60, también estrena batería.