A continuación se procede a explicar con detenimiento en qué consiste cada tipo de velocidad.
¿Qué es la velocidad máxima?
Se entiende por velocidad máxima la que un tipo de vehículo determinado puede alcanzar por una vía determinada. Como todo conductor debería saber, un turismo puede alcanzar una velocidad máxima, permitida por la DGT, de cien kilómetros por hora en carreteras secundarias, cincuenta kilómetros por hora en ciudad y ciento veinte kilómetros por hora en autovías y autopistas. Sobrepasar estas velocidades conllevará la multa correspondiente, según el Código de Circulación impuesto por la citada institución.
¿Qué es la velocidad límite?
La velocidad límite no tiene nada que ver con el límite de velocidad y sí con la velocidad máxima del vehículo como máquina. El motor de cualquier vehículo dispone de un límite de velocidad bajo el cual funcionará correctamente. Sobrepasarlo podría poner en peligro tanto al propietario del coche como al resto de conductores de una vía determinada, ya que podría producirse un accidente provocado por la rotura del motor que puede terminar de forma incierta para todos los implicados en el mismo.
Diferencias entre velocidad máxima y velocidad límite
Si se posee un turismo convencional y se circula por autopista, la velocidad máxima impuesta por la ley es de ciento veinte kilómetros por hora. Aunque la velocidad límite del coche, aquella bajo la que funciona correctamente, sea de ciento ochenta kilómetros por hora, no se debe circular a una velocidad superior a la citada inicialmente. Y viceversa, si por ejemplo se conduce un coche clásico cuya velocidad límite es de ochenta kilómetros por hora, no se debería circular a ciento veinte kilómetros por hora por los problemas que podría sufrir el vehículo y ocasionar al resto de conductores que circulen por la misma vía.
Parece lógico, por lo tanto, tener ambos conceptos claros. La velocidad máxima de la vía en cuestión para el vehículo que se está conduciendo por ella no tiene relación con la velocidad límite del motor de ese automóvil. Ambos aspectos son fundamentales para afrontar una conducción segura que primero evite multas y segundo garantice la seguridad del conductor y la de los suyos. Con ambos tipos de velocidades en mente se logrará conducir de una forma más efectiva y segura protegiendo al vehículo, y al resto de transeúntes que este se cruce en el camino, de un posible accidente o, como mínimo, de una indeseable y costosa multa.