Esta tecnología se puso en marcha de forma experimental a mediados de los años 70 cuando, tras la crisis del petróleo, algunas marcas la incluyeron en vehículos como el Fiat Regata ES, lanzado en 1982, o el Volkswagen Lupo 3 l 1.2 TDI, con la idea de disminuir el gasto de carburante. Se trata de un sistema que conlleva, durante unos segundos, la parada del motor instantáneamente tras la detención del vehículo, bajo la premisa de reducir consumos y emisiones de dióxido de carbono, especialmente en ciudad, al mantener funcionando el motor a ralentí, sin variar el comportamiento de marcha actual y cuantificando el ahorro de combustible en, aproximadamente, un 10 %. Con el paso de los años, la tecnología start stop se ha implantado de forma natural en vehículos de todas las gamas, y uno de cada dos coches que se pongan a la venta en 2021 incorporarán de serie este sistema. Asimismo, fabricantes como Ford contemplan incluir este tipo de función en, al menos, el 70 % de los modelos de su marca a partir de 2017.
¿Cómo funciona el sistema start stop?
El sistema stop start consiste en apagar el motor de combustión en el momento de la detención del vehículo, cuando no utiliza su potencia, ya sea por la parada en un semáforo, por una velocidad inferior a los 3 km/h o al mantener la caja de cambios en punto muerto, y siempre y cuando no se vea comprometida la seguridad de los ocupantes o el vehículo pueda resultar dañado. Para continuar la marcha, es suficiente con accionar el embrague, o levantar el pedal del freno o mover ligeramente el volante, en el caso de los vehículos automáticos. Existen otros casos de encendido del motor de forma automática tras una parada y sin que el conductor intervenga, siendo las más frecuentes las asociadas a un descenso del nivel de carga de la batería o a la temperatura del motor cuando baja de 25º o sube de 100 ºC. Además, la tecnología start stop puede dejar de funcionar si se dan ciertas condiciones como que el motor se encuentre a más de 1200 r.p.m., el nivel de carga de la batería no sea el adecuado o el desempañado de parabrisas esté activado. El sistema no se pondrá en marcha, por ejemplo, si al llevar a cabo una serie de comprobaciones por alguno de los elementos implicados en él, se detecta que la puerta del conductor está abierta, el cinturón no se encuentra abrochado, la temperatura exterior es inferior a los 3 o superior a los 55º o el programa de climatización se halla en la posición máxima.
Los componentes que contribuyen a la eficacia del sistema
Gracias a los sensores que incluye, es posible detectar, según el modelo de vehículo, el estado de funcionamiento, llegando en algunos casos a distinguir entre diferentes testigos luminosos que previenen acerca de si se cumplen o no los requisitos del sistema; verde, si se satisfacen las condiciones o amarillo si alguna función no llega al mínimo necesario. La tecnología start stop exige componentes adicionales para conseguir aumentar la eficacia durante el proceso. El sistema requiere de un software especial de regulación que examina y coordina la función a partir de la información de los sensores de cigüeñal, batería y pedales; un alternador de diseño más eficaz, que permite una carga rápida de batería evitando que la potencia del vehículo resulte afectada; una batería de mayor resistencia, para conseguir que las fases de parada se prolonguen en el tiempo con el motor apagado y, en menor medida, un sistema de transmisión compatible. Asimismo, algunos modelos incorporan un interruptor que tiene como función conectar o desconectar el arranque o parada automático del motor a criterio del conductor.
Coches con start stop
Los vehículos con start stop integrado necesitan disponer de elementos adaptados para un correcto funcionamiento, tanto en ciudad como en carretera. El sistema requiere así de una arquitectura que habitualmente consta de un motor de arranque reforzado, para permitir, tras múltiples encendidos frecuentes, incrementar la vida útil del automóvil, así como una batería y un motor de combustión interna mejorado. Es fundamental, a su vez, que la batería resista fuertes descargas y cargas rápidas (motivo que obliga a hacer uso de baterías AGM o EFB para aumentar la fiabilidad), y de un alternador con potencia suficiente como para producir la energía necesaria para hacer frente a continuos arranques del motor. Si, por ejemplo, el vehículo precisa de una demanda de electricidad superior a la dispuesta en la batería, el sistema no efectuará la correspondiente parada o se pondrá en marcha de manera automática. Si, por el contrario, el calor o el frío aumenta o disminuye por encima del límite preestablecido, el sistema también se pondrá en marcha.
Ventajas e inconvenientes de los sistemas start and stop
Según diversas pruebas llevadas a cabo en vehículos que llevan integrado este sistema se ha podido comprobar que, de media, es posible ahorrar unos 4 litros de combustible por cada 1000 kilómetros en turismos, y 8 litros en vehículos industriales en el trazado urbano. Esto, unido a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, permite dos efectos positivos; por un lado, aumentar la homologación de automóviles por menor contaminación y, por otro, incrementar su venta gracias a la reserva de combustible, sin olvidar la eliminación de las molestas emisiones sonoras. Sin embargo, y pese a que la tecnología del sistema start & stop se encuentra preparada para un mayor aguante y, aunque el diseño sea el adecuado para mantener la fiabilidad, existe un mayor coste en los componentes que conforman el sistema. Tanto el motor de arranque como la batería (expuesta a continuos ciclos de descarga), el alternador y los sensores que lo configuran tienen una vida útil que se encuentra comprometida por reiteradas paradas y arranques, por lo que un uso excesivo puede perjudicar, a medio o largo plazo, la posibilidad de avería. Además, aparece en estos sistemas un retraso en la lubricación, siendo recomendable la utilización de un buen aceite y, aunque la tecnología resulte más eficaz para asumir las bajadas de tensión que se producen durante el arranque, estas pueden crear daños perjudiciales para el vehículo. Si el motor de un vehículo, en condiciones normales de mantenimiento, debería llegar a los 350 000 kilómetros, el start stop puede influir en su vida útil afectando entre un 15 y un 25 %.
