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Consejos para conducir un coche eléctrico

Cada vez hay más coches eléctricos circulando por nuestras carreteras y la disparidad de modelos va in crescendo. Dicho esto, aquí te damos ocho claves para conducir un vehículo cero emisiones.

Muchos usuarios se están planteando actualmente la adquisición de un vehículo eléctrico. De hecho las ventas de este tipo de coches se siguen incrementando y en lo que va de año ya representan el 5% de las matriculaciones totales. Una cuantía que se ha multiplicado por cinco en los últimos tres años (en 2019 no llegaban al 1% de cuota total). Un dato reseñable pero que, en comparación con algunos de los principales mercados del Viejo Continente, todavía esta lejos de las estimaciones oficiales.

Ahora bien, dado que la movilidad parece estar cambiando poco a poco, es básico que si tienes pensado comprar un coche eléctrico, tengas en cuenta que no es tan diferente conducir un coche eléctrico a uno de combustión. Pese a ello hay que tener en consideración algunos aspectos básicos y mucho matices que hacen que la experiencia se convierta en algo muy diferente. La mayoría de los usuarios que prueban un eléctrico salen satisfechos. Y es que la tecnología eléctrica ofrece una versatilidad y ventajas que consigue poner de acuerdo a todo tipo de conductores, desde los más deportivos, a los que buscan el confort y la suavidad de marcha.

1. Silencio y ausencia de vibraciones

Es lo primero que llama la atención. Estamos tan acostumbrados a la sonoridad y vibraciones que provoca un motor de combustión (que, al fin y al cabo, funciona por la explosión controlada de combustible) que desplazarse en calma y silencio nos traslada a otra dimensión en la conducción. La definición de confort gana muchos enteros en un coche eléctrico, sencillamente por la ausencia de ruido y vibraciones.

2. Una conducción suave y fluida

VW e-Golf

La inmensa mayoría de los coches eléctricos no tienen caja de cambios ni embrague: no la necesitan por la forma en la que el motor entrega su empuje. Esto hace que para el usuario, y más para quien haya conducido un coche con cambio automático, todo sea más fácil; __solo hay que centrarse en dos pedales: acelerador y freno. __

Como con un coche que cambia de marcha de forma automática, este funcionamiento resulta mucho más cómodo, sobre todo en ciudad o circulando en tráfico denso, con constantes cambios de velocidad. Pero el eléctrico aporta un plus: todo es más fluido porque no hay tirones ni la más mínima variación de empuje entre marchas.

Además, el no tener caja de cambios ni embrague reduce el coste de mantenimiento y aumenta la fiabilidad, al eliminar dos componentes que sufren desgaste.

3. Un empuje sorprendente

Otra de las grandes sorpresas de los eléctricos es la gran sensación de empuje que transmiten. Toda la potencia está disponible desde el primer instante, en cuanto pisamos el acelerador. Una de las labores de los ingenieros ha sido dosificar esa entrega de fuerza y el conductor ha de acostumbrarse a la inmediatez de la respuesta. Si queremos disfrutar de prestaciones puras, el coche eléctrico nos va a sorprender, pero si queremos alargar la autonomía y contener el gasto de energía, debemos dosificar el acelerador o dejar que la tecnología trabaje por nosotros, seleccionando un modo de conducción que prime la suavidad y el bajo consumo energético.

4. Muchos coches en uno

Electricos etiqueta

Un motor eléctrico es mucho más modulable que uno de combustión y puede ofrecer caracteres diferentes, desde el más deportivo al más sosegado. Son varios los modelos que ofrecen diferentes programas de conducción que varían la respuesta final. Poniendo como ejemplo tanto los Peugeot e-208 como e-2008, aquí las diferencias son notables en función de si se escoge el modo Eco, el Normal y Sport. Y es que de los 100 kW de potencia (136 CV) que pueden desarrollar activando el último, con el intermedio se rebaja a 80 kW y con el más eficiente, a 60 kW.

5. ¿Frenar con el acelerador?

Los coches eléctricos incorporan un sistema de recuperación de energía. De esta forma, parte de la energía que se libera en la frenada por el rozamiento se recupera y canaliza a las baterías. De igual forma, la retención del motor eléctrico hace la misma función. Estos sistemas son tan efectivos que un buen conductor de vehículo eléctrico que sepa anticipar los momentos de recuperación de energía será capaz de ampliar su rango de autonomía y economizar el gasto energético.

En función del vehículo encontramos un modo exclusivo que aumenta la frenada o varios niveles que podemos seleccionar con las levas situadas tras el volante (si las posee). En función de la intensidad, la luz de freno trasera se encenderá o no (siempre que se supere el 0.1 G de deceleración). Independientemente de la intensidad del sistema, lo que sí está claro es que el conductor no tendrá la necesidad de recurrir a los frenos en deceleraciones normales, lo que también implica un ahorro en el mantenimiento de los frenos.

6. Un comportamiento más neutro

Renault ZOE

Los coches eléctricos pesan más que sus equivalentes de combustión por la masa de las baterías; pero al ir instaladas en el suelo del coche, tienen un centro de gravedad muy bajo. Además, al no disponer de un pesado motor sobre el eje delantero, el reparto de pesos entre ejes está muy equilibrado.

Para el conductor esto se traduce en una mayor seguridad, con una gran nobleza de reacciones, un carácter neutro al tomar las curvas y una gran sensación de aplomo a cualquier velocidad.

7. Una conducción más sostenible y amable

Por su modo suave, fluido y silencioso de funcionamiento; y por sus características de autonomía, tiempo e infraestructura de recarga, los coches eléctricos nos “empujan” a realizar una conducción más eficiente y sosegada. Esta es una de las bendiciones adicionales a la ecología que han aportado, y es que la gran mayoría de los usuarios adoptan costumbres de conducción mucho más ecológicas, civilizadas y amables.

8. La autonomía

Electricos carga

La forma en la que conducimos un eléctrico afecta a su autonomía. Esto también sucede, en menor medida, con un automóvil de combustión; que tiene a su favor una mayor red de puntos de repostaje y un menor tiempo para llenar su depósito.

Los primeros eléctricos generaban el fenómeno de la “ansiedad por la autonomía” por su bajo alcance, pero la nueva hornada de vehículos eléctricos ya promete recorridos que superan con creces los 300 kilómetros. Esta gran distancia hace que no sea necesario recargarlo, ni mucho menos, a diario. De hecho, esta autonomía cubre las necesidades semanales de la mayoría de los usuarios (según datos del INE, los automovilistas recorren en España una media de 240 km semanales).

Eso sí, hay que realizar una planificación a la hora de realizar un viaje o si vamos a realizar mucho kilometraje lejos de nuestro punto de recarga habitual. La infraestructura de puntos de carga públicos sigue creciendo a un ritmo acelerado (ya hay más de 225.000 en Europa). Las claves para utilizarlos es poder localizar los puntos cercanos y poder pagar la recarga en ellos.

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