Aunque pueda parecer inusual, llevar agua destilada nuestro el automóvil es una estrategia inteligente que puede sacarnos de más de un apuro. Desde cuidar el sistema de refrigeración hasta garantizar una visibilidad óptima o atender necesidades básicas en momentos críticos, este recurso supuestamente simple tiene un inmenso potencial de convertirse en un aliado indispensable en la carretera y sobre todo viajando.
Salvaguarda del sistema de refrigeración con fugas
El sistema de refrigeración de un coche cumple una función esencial: mantener el motor a una temperatura óptima. Un fallo en este componente puede provocar sobrecalentamientos que, en casos extremos, terminan en averías graves o incluso la destrucción del propulsor. Por eso, es fundamental contar con alguna solución de emergencia en caso de pérdida de refrigerante.
El agua destilada es perfecta para este tipo de situaciones. A diferencia del agua del grifo, que contiene cal y/u otros minerales, la versión destilada no deja temidos residuos con capacidad para obstruir conductos o dañar componentes como el radiador o la bomba de agua, cuyos reemplazos son costosos. Si bien no sustituye al líquido refrigerante de forma permanente, esta puede emplearse como una solución puntual hasta llegar a un taller o estación de servicio y reponer el líquido especificado por el fabricante.
Además, con temperaturas elevadas en verano o durante trayectos largos o muy exigentes, las probabilidades de sufrir un sobrecalentamiento aumentan, y tener a mano un litro de agua destilada puede marcar la diferencia entre continuar el trayecto o quedarse tirado en el arcén.
Limpieza impecable de parabrisas, faros y otros
Conducir con suciedad en los cristales o los faros no solo resulta incómodo, sino que también reduce notablemente la visibilidad y aumenta el riesgo de accidente. El agua destilada, al no contener impurezas ni sales, permite limpiar eficazmente estas superficies translúcidas sin dejar indeseables marcas o velos blanquecinos que aparecen tras el uso de agua corriente.
Adicionalmente, si se combina con un pequeño trapo de microfibra o papel absorbente, se puede eliminar el polvo, el barro o los restos de insectos acumulados en los desplazamientos. Esto es especialmente útil cuando el depósito del limpiaparabrisas se vacía inesperadamente o si hemos agotado toallitas limpiadoras. También puede emplearse sin riesgo para rellenar temporalmente el depósito del limpiaparabrisas, prolongando su uso hasta la próxima revisión.
Hidratación e higiene en situaciones muy críticas
Aunque el agua destilada no es ideal como bebida diaria debido a su falta de electrolitos, en una emergencia (por ejemplo, al quedarse atrapado en un atasco de varias horas o durante una avería en carretera sin servicios cerca) puede ser una ayuda vital para mantenerse bien hidratado. Beberla puntualmente no representa ningún riesgo para la salud y puede aliviar la sensación de sed en momentos de gran necesidad.
Asimismo, su utilidad como elemento higiénico no debe subestimarse: puede emplearse para lavar manos sucias tras una reparación improvisada, limpiar una herida menor o incluso como improvisado colutorio para enjuagar la boca, entre otros muchos usos. Por lo tanto, en viajes con niños o personas mayores, esta versatilidad se convierte en una ventaja aún más valiosa. Fácil, económica y poco voluminosa, no olvides tu botella en tu “kit” de emergencia a bordo.