El líquido de frenos es un fluido hidráulico que tiene la misión de transmitir la presión de frenado desde el pedal de freno (bomba) hasta la mordaza del freno en la rueda. Este líquido está sometido a muchas solicitaciones, principalmente presión y temperatura, y su estado puede afectar de manera decisiva en la seguridad del vehículo.
Por tanto, para un correcto funcionamiento del frenado, el líquidо de frenos debe poseer determinadas características. Entre ellas, ofrecer alto rendimiento en un amplio rango de temperaturas que suelen oscilar entre -30 °C (con el vehículo parado) y +250 °C; tener el punto de ebullición elevado, cuanto más alto, mejor; no entrar en reacción con componentes de goma y piezas metálicas del sistema de frenos; poseer altas propiedades lubricantes, imprescindibles para las zonas internas de los cilindros de frenos; conservar intactas todas sus características, independientemente de las condiciones de su uso; permanecer en estado líquido a lo largo de toda su vida útil, es decir, no llegar a hervir con frenados intensos o congelarse a bajas temperaturas.
Para garantizar la seguridad, es vital realizar un correcto mantenimiento y los cambios periódicos del líquido de freno.
Tipos de líquidо de frenos
Por regla general, los líquidos de frenos están compuestos por un fluido base (92-98 %) y varios aditivos especiales que se añaden con el fin de mejorar su calidad. En concepto de la composición de la base, destacan tres tipos de líquidо de frenos: mineral, sintético y de silicona. El líquido mineral se caracteriza por su inocuidad hacia los materiales del sistema hidráulico de frenos, alta lubricidad y bajo precio. Sus desventajas: se vuelve muy viscoso a temperaturas inferiores a -20 °C y cuenta con un punto de ebullición bajo. Hoy en día se utiliza solo en vehículos antiguos debido a su neutralidad respecto a los componentes de goma.
El fluido sintético a base de poliglicoles y etéres de glicol es actualmente el líquidо de frenos más utilizado en todo el mundo (en el 95 % de los vehículos modernos) debido a su alto rendimiento. La principal desventaja de este tipo de líquido es su gran capacidad de absorber la humedad (higroscopicidad) y formar burbujas de vapor, lo cual puede reducir su eficacia, bajar el punto de ebullición en 50-70 ºC y causar la corrosión de las partes metálicas en el sistema de frenado.
No obstante, algunos fluidos sintéticos incluyen inhibidores para evitar la corrosión del metal y reducir su oxidación a altas temperaturas. A su vez, los deshumedificadores especiales ayudan a minimizar la formación de burbujas de vapor en los frenos. Entre las ventajas del líquido sintético destacan su fórmula a base de poderosos antioxidantes que impiden su envejecimiento y los elevados puntos de ebullición, tanto en seco como en húmedo, lo que garantiza un frenado seguro y una larga vida útil de los componentes del sistema de frenos.
A su vez, el fluido hidráulico de silicona es el líquidо de frenоs más avanzado del momento y totalmente no higroscópico. Sin embargo, se emplea en casos excepcionales (normalmente, en vehículos militares) debido a su mala compatibilidad con las piezas de goma estándar, una incompatibilidad total con otros dos tipos de líquido de frenos, altas exigencias a la calidad de bombeo para una completa eliminación del aire del sistema y su elevado precio.
Temperatura de ebullición: un parámetro clave en el frenado
La característica más importante del líquidо de frenos es su punto de ebullición: cuanto más elevado sea este, mejor funcionará todo el sistema de frenado. Su importancia se manifiesta a la hora de pisar el pedal de freno de forma intensa o continuada (por ejemplo, en una bajada pronunciada): el sistema de frenado podría no tener suficiente tiempo para eliminar todo el calor generado por una fricción frecuente, lo que llevaría a un incremento de temperatura en su interior y, como consecuencia, a la ebullición del líquido. Se trata de un fenómeno muy peligroso e impredecible, durante el cual el sistema hidráulico se llena de vapor y resta o imposibilita la fricción.
Otro gran enemigo del sistema de frenado es la higroscopicidad del líquido de frenos: cuanta más alta, más humedad absorberá el líquido del aire y de la condensación producida por el cambio constante de temperaturas. Todo ello puede provocar el aumento de la viscosidad del líquido e incluso transformarlo en hielo en épocas de invierno, disminuir su capacidad de lubricar en verano y llevar a una corrosión constante de las piezas metálicas en el sistema hidráulico. Pero lo peor de todo es que con solo un 2 o 3 % del agua disuelta en el líquido de frenos su temperatura de ebullición podría bajar en unos 60-70 ºC y condicionar seriamente la seguridad al volante. Esta es la principal razón por la que se recomienda cambiar el líquido de frenos cada dos años (o cada 60 000 kilómetros) y, en algunos casos, incluso cada año.
Cambio de líquido de frenos
Con el tiempo, la calidad del líquidо de frenos se deteriora y pierde sus principales cualidades, imprescindibles para una conducción y frenado seguros. Este deterioro no solo podría conducir a una considerable bajada del punto de ebullición, sino también al desgaste prematuro de los bombines de freno y la corrosión de los conductos del sistema hidráulico. La primera regla a la hora de cambiar el líquidо de frenos es seguir las indicaciones del fabricante, ya que cada coche tiene un sistema de frenado único, diseñado de acuerdo con las características de un determinado tipo de líquidos. Estas instrucciones también determinarán con qué frecuencia se debe realizar este cambio.
La segunda regla de oro es no mezclar nunca líquidos de diferente naturaleza, o bien del mismo tipo pero de distintos fabricantes, debido a una posible incompatibilidad de sus aditivos. Para no comprometer la seguridad de conducción y asegurar un buen funcionamiento del sistema de frenado, es necesario utilizar siempre el líquidо de frenos recomendado por el fabricante del coche.
Nivel y color del líquidо de frenos
Además del cambiо periódico del líquidо de frenоs, es vital comprobar con cierta periodicidad su nivel: este no puede sobrepasar la raya del depósito que marca el máximo, ni tampoco estar por debajo del mínimo. Si el nivel sube y baja de modo anormal, es necesario ponerse en contacto con un servicio técnico especializado de forma inmediata. También es importante observar su color: un líquido de frenos nuevo y de buena calidad es transparente, de color amarillo o marrón claro (dependiendo de la marca del fabricante) y está libre de impurezas, mientras que uno viejo y desgastado muestra un tono oscuro e incluso negro, puede contener partículas de suciedad y representa un grave peligro para la conducción, por lo que debe ser sustituido inmediatamente.
Es importante recordar que la forma más correcta de realizar el cambiо de líquidо de frenоs es con el vehículo parado en un terreno llano y con el motor en frío. Para una reposición total se necesitaría un litro de líquido aproximadamente, aunque para saber su cantidad exacta lo mejor es consultar las instrucciones del fabricante.
Otras pautas a seguir para mantener el sistema de frenos en buen estado son: una conducción eficiente, sin frenadas bruscas o prolongadas en el tiempo; revisiones periódicas de las pastillas de freno (cada 20 000 kilómetros); y un buen funcionamiento del avisador de desgaste (es necesario controlar de forma regular la integridad de sus cables), así como la comprobación visual de la existencia de fugas del líquidо de frenos, lo que se traduce en revisiones sistemáticas de mangueras y tuberías por las que circula el fluido.