Por ello resulta necesario tener claro cómo limpiar los parabrisas y llevarlo a cabo de una manera periódica.
Muchos propietarios de vehículos no realizan una limpieza específica de sus lunas, sino que se conforman con activar el limpiaparabrisas o completar un lavado exterior general en un túnel de limpieza o mediante agua a presión. Pero si tras dichos procedimientos no se secan los parabrisas con un paño, quedarán marcas de cal u otras sustancias cuando el agua desaparezca, por lo que la sensación de limpieza no será completa.
Cómo limpiar los parabrisas con eficacia
Para tener claro cómo limpiar los parabrisas, el punto de partida es identificar el tipo de suciedad presente en ellos, así como cuánto tiempo llevan sin limpiarse. Es mucho mejor hacerlo con frecuencia, dado que la grasa, la polución o los excrementos de aves tienden a fijarse, y cuanto más tiempo transcurre desde su caída, más difícil resulta eliminarlos. Otra cuestión fundamental a considerar es que la limpieza de parabrisas es una tarea doble: no hay que hacerlo únicamente por fuera, también por dentro. Solo de este modo desaparecen los halos y la sensación borrosa al mirar a través de ellos.
Al decidir cómo limpiar el parabrisas, la cuestión clave es qué tipo de limpiador se va a emplear: los productos de limpieza doméstica de cristales suelen ir muy bien, aunque también son alternativas eficaces combinar jabón quitagrasas y amoníaco -cuando las lunas están muy sucias-, mezclar champú diluido en agua o una fórmula extremadamente sencilla y ecológica, que es unir agua y vinagre.
Algunos consejos para la limpieza de los parabrisas
Para saber cómo limpiar los parabrisas adecuadamente, no está de más conocer algunas sugerencias extremadamente útiles. La primera de ellas es la importancia de la mesura: en este asunto, menos es más. Bastan unas gotas de producto para hacerlo bien. Lo principal es dejar actuar el limpiador durante un lapso de tiempo suficiente, con el fin de que la suciedad más incrustada se vaya reblandeciendo. Después hay que frotar para quitarla y, una vez logrado, aplicar un nuevo repaso con otro paño seco, con el fin de eliminar el producto limpiador sobrante. El último paso consiste en abrillantar la luna, lo que conviene hacer con papel de cocina seco o con las páginas de un periódico, la fórmula más económica y práctica. Por último, hay que tener presente que, en caso de que el parabrisas se encuentre roto, astillado o rajado, intentar limpiarlo es completamente contraproducente, porque el limpiador se introducirá en las grietas y estas quedarán mucho peor.