Junto con los faros, el parabrisas se convierte en lo ojos del coche. En múltiples ocasiones te hemos aconsejado cómo mantenerlo limpio o cómo repararlo si sufre algún desperfecto por el impacto de una piedrecita pero también hayq que llevar un mantenimiento correcto cuando se trata de estar sentado en el asiento del conductor para que todo vaya perfectamente y veamos con nitidez todo lo que ocurre frente a nosotros. Siguiendo una serie de sencillos consejos, es posible dejar este cristal completamente reluciente porque esto no suele conseguirse por una mala elección de los materiales usados.
¿Qué emplear para limpiarlo?
Lo primero de todo radica en que para limpiar parabrisas por dentro hay que olvidarse de los clásicos limpiacristales, ya que su fórmula no está adaptada para las necesidades de la luna delantera de un vehículo. Lo mismo sucede con los trapos que suelten demasiadas pelusas o con el papel de periódico. Con este último, conviene detenerse, ya que no son pocos los que lo recomiendan para dejar los cristales limpios. Un periódico es un papel capaz de arañar la luna de un coche por su aspereza y sequedad, así que lo mejor es mantenerlo lejos de cualquier parabrisas.
El método correcto
Hay que tener en cuenta que la luna delantera del coche suele acumular una capa de grasa por el uso que es precisamente la que incide en que sea tan difícil de limpiar. Por ello, el mejor consejo es elegir un producto antigrasa; sirve el mismo lavavajillas de cocina común, mezclado con un poco de agua en un bote de spray. El papel de cocina convencional es el mejor aliado para esta tarea. No deja marcas, absorbe el exceso de producto que se haya usado y, por lo tanto, sirve para dar un acabado perfecto sin tener que esforzarse demasiado.
Como es evidente, la nitidez y la claridad con la que se percibirá la carretera es una de las primeras ventajas de llevar a cabo esta sencilla tarea de mantenimiento. Pero hay más, ya que limpiar frecuentemente los cristales del coche es la mejor forma de detectar posibles desperfectos. Un pequeño arañazo o grieta puede acabar fácilmente con toda la luna poniendo en peligro a conductor y pasajeros, por lo que no hay que perder de vista nunca los cristales del coche.