La primera premisa para conducir sobre firme nevado es colocar neumáticos de invierno por su mayor rozamiento, teniendo presente que son compatibles con la activación del ESP. Si no se dispone de ellos, su alternativa la representan las cadenas de nieve, de tela o metálicas, en cuyo caso habrá de desconectarse el ESP porque las cadenas le envían una señal constante de necesidad de frenado.
Con cualquiera de los dos mecanismos antideslizantes, lo razonable es limitar la velocidad a 40 km/h. y circular con marcha larga, al contrario que transitando cuesta abajo, una situación que hace necesario amarrar el motor con una marcha corta para evitar frenadas, que en todo caso serán con las ruedas rectas y en pisadas secas e intermitentes. Tras una parada, el arranque nunca debe hacerse en primera marcha, preferiblemente en tercera y acelerando progresivamente para evitar patinazos.
Cualquier frenada, aceleración o viraje bruscos puede convertirse en causa de accidente, y ante un inesperado derrapaje, deberá enderezarse el vehículo aplicando un giro suave al volante en la dirección que apunte su parte trasera.
El Reglamento General de Vehículos de 1998 establece que cuando proceda el uso de cadenas de nieve o cualquier otro dispositivo antideslizante, deberá colocarse sobre cada una de las ruedas traccionadoras, utilizando en caso alternativo neumáticos especiales cuyo uso no es obligatorio en España. No así en caso de las cadenas, cuya utilización es exigible ante un panel de señalización.