Lo que inicialmente fueron artículos de lujo, en 1900 y 1910, dirigidos exclusivamente como productos caprichosos a las personas más acaudaladas y poderosas, evolucionó con rapidez hacia un mercado generalista gracias a la labor de emprendedores del sector como Henry Ford, que transformaron la industria para hacerla accesible, no solo a las elites, sino también a las clases trabajadoras.
Historia del automóvil del siglo XX
Lo que comenzó siendo una alternativa al transporte realizado por medio de caballos y carretas, ha evolucionado vertiginosamente durante todo el siglo hasta convertirse en un fenómeno tecnológico pleno de innovaciones, avances... y revoluciones. La invención de la línea de montaje para la fabricación de coches permitió aumentar y satisfacer la demanda masiva de automóviles. En los años 20, Ford fue el auténtico dominador del mercado, gracias a sus avances productivos que permitieron empezar a comercializar tanto vehículos de lujo como económicos. Los sucesivos avances tecnológicos permitieron perfeccionar este sistema de transporte hasta límites insospechados en todos sus ámbitos, desde la potencia a la velocidad, pasando por el confort, la seguridad, el diseño y la eficiencia energética.
El automóvil del siglo XX
En octubre de 1996 tuvo lugar la convocatoria y realización de un premio internacional que pretendía elegir al coche más influyente y carismático del siglo XX. A partir de una lista integrada por setecientas candidaturas, elaborada por expertos, la Fundación Global de Elecciones de Automóviles lideró esta iniciativa que fue cobrando forma durante tres años, hasta que en diciembre de 1999 se anunció el coche ganador en una cena de gala celebrada en la ciudad norteamericana de Las Vegas.
Tras diversos procesos progresivos de reducción de la lista, llevados a cabo por expertos del sector, periodistas y consumados especialistas, se abrió la preselección también al público, aprovechando las ventajas de internet, hasta contar con una lista final de 26 modelos, la cual fue difundida durante la celebración del Salón del Automóvil de Ginebra, en marzo del 99. En septiembre de ese mismo año, durante el Salón del Automóvil de Fráncfort, se anunciaron los cinco finalistas, entre los que se eligió al automóvil ganador. De menor a mayor puntuación final, el podio estuvo formado por el Porsche 911, el Volkswagen Escarabajo, el Citroën DS y el Mini. Los miembros del jurado, tras las deliberaciones y votaciones oportunas, eligieron como el coche más simbólico y característico del siglo XX al Ford T, un vehículo de bajo coste -producido entre 1908 y 1927- que permitió popularizar la producción en cadena y fue determinante para bajar los precios de compra y democratizar el uso del automóvil entre la clase media.