No es un trago agradable para nadie, pero ponte en situación: con toda la ilusión del mundo, has comprado un coche nuevo pero transcurridos unos días de su adquisición ves que no llegas a estar del todo cómodo con él porque tiene algún problema que viene de fábrica. En este punto, te planetas ¿puede dovolverlo?
Hay tres formas de resolver la situación: reparar los desperfectos, sustituir el vehículo dañado por otro nuevo o rebajar el precio pagado. Si al poco tiempo de comprar un coche se le detectan problemas de funcionamiento, el comprador tiene derecho a reclamar al concesionario que le solucione el problema. Según la organización Automovilistas Europeos Asociados (AEA), todo vehículo nuevo tiene una garantía legal de dos años, durante los cuales el vendedor está obligado a resolver cualquier tipo de avería que se produzca.
Qué hacer si no puedo devolverlo
Si el fallo tuvo lugar durante los primeros seis meses a partir de la compra, lo más probable es que se trate de un defecto de fábrica. No obstante, aun así el concesionario podrá negarse a cumplir con sus obligaciones legales y apelar a que la avería fue causada por un mal uso del coche. Si el fallo se produjo antes de cumplir un año o poco más desde el estreno del vehículo, es el comprador quien tendrá que presentar todas las pruebas posibles para demostrar que se trata de un defecto de fabricación.
Para ello, la mejor opción (aunque no la más barata) es solicitar un informe pericial de la avería y entregarlo al vendedor. En esta situación, la AEA es tajante y pide a todos los afectados que no reclamen a la marca, sino al concesionario y este ya se encargará de gestionar los trámites oportunos con el fabricante. La reclamación se debe presentar siempre por escrito (para que quede constancia a efectos legales) y en dos ejemplares: uno para el dossier del concesionario y otro, firmado y sellado por el vendedor, se lo queda el propietario como un justificante en caso de trámites judiciales.
Diligencias legales
Una vez contactado el vendedor, pueden surgir dos posibles escenarios. El primero, a favor del cliente: el concesionario acepta que no hubo un mal uso del vehículo y asume que se trata de un defecto de fabricación. En este caso, todas las reparaciones corren por su cuenta, al igual que las obligaciones impuestas por la Ley de Garantías. En el segundo supuesto, el vendedor atribuye los defectos a un mal uso del coche y asegura que no es de su responsabilidad.
En tal caso, al cliente no le queda más remedio que actuar por vía civil y poner la denuncia. También se puede acudir al sistema arbitral de consumo, cuyos servicios tienen la misma fuerza legal que los judiciales, pero son gratuitos. Si el juez da la razón al cliente, el vendedor quedará obligado a satisfacer su demanda e incluso anular el contrato de compra-venta, devolviendo al comprador todo el dinero pagado por el vehículo y abonándole las costas.